Son cuatro o cinco días ya de reconocer los méritos de Suárez incluso por aquellos que hicieron de su vida política y personal un verdadero suplicio. Se supone que como la muerte nos iguala a todos, tanto los amigos como los enemigos deben sentir (o hacer que sienten) pena y pesar y reconocer los méritos del fallecido "a posteriori" .
Esas cosas no pasan solamente aquí, es algo consustancial al ser humano pero hay ciertas ocasiones en que hay que hacerlo notar. En el caso de Adolfo Suárez es muy notorio. El pueblo español lo conocía y lo quería, y reconocía el papel jugado en el advenimiento de la democracia, pero en realidad su pasado no se corresponde con el homenaje masivo y casi unánime que esta recibiendo tras su fallecimiento. Su tarea en la Transición fue muy dura y se forjó muchos enemigos. Estaba,como Gary Cooper, sólo ante el peligro. Muchas personas maniobraron en su contra, el primero el rey, y, después, componentes de su propio partido, la derechona franquista, los militares y, sobre todo, el partido socialista, cuyos líderes se dan ahora golpes de pecho para hacer ver que sienten su muerte. También colaboraron Fraga y Alianza popular en su fin político porque a nadie interesaba un partido centrado y dirigido por un político honrado, adusto, serio y cabal. Y los bancos fueron advertidos de ello y eso significó el fin de la UCD y el principio del fin del CDS. Políticamente, a Suárez lo mataron entre todos y él sólo se murió. Pero supo morir con orgullo y casta: dimitiendo de su cargo de presidente, aguantando las acometidas de Tejero y sus mariachis y abandonando la política cuando se percató del corto recorrido que le esperaba. Eso no la ha hecho ningún político en España en los dos últimos siglos. Quizá ni siquiera en toda la historia.
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Dicen algunos que saben: "No sé si fue el mejor presidente de la democracia. (No le dieron tiempo ni ocasión). Pero es el que más se acercó a lo que uno espera de un político honesto. De un tipo con coraje. De un hombre con valores. De un ciudadano que no se arruga ante la traición, ni ante los afrikaners del guerracivilismo, ni ante los sacristanes del odio. Todos estos lo empujaron al surco del absoluto olvido, como si fuese una decadencia fatigada del viejo régimen. Pero tuvo más concepto de democracia que ellos y supo sacar esto adelante consciente de su arte para perder. "
Palabras de Antonio Lucas dentro de un artículo en el que aplaude que al aeropuerto de Madrid Barajas se le denomine Adolfo Suárez.

Item más, lo que dice Santiago González también viene al caso: " Nunca tuvo un gobernante tantos y tan graves desafíos, y todos al mismo tiempo. Varias clases de terrorismos: milis, polimilis y autónomos, Grapo, extrema derecha y algunas incursiones del terrorismo internacional. Concitó el odio de los partidarios de la dictadura en general y militares golpistas en particular, que daban a conocer con periodicidad lo que en la época se llamaba estado de opinión de los cuarteles. También de los obispos -que jamás pudieron perdonarle la ley del divorcio-, nostálgicos del franquismo, banqueros relevantes y representantes de una derecha liberal que siempre le consideraron arribista y parvenu. Y estaban, en fin, más que nadie, y en primera fila, sus queridos compañeros de partido.
(...) En los seis meses de 1977 comprendidos entre abril y octubre, se produjeron: la legalización del PCE el 9 de abril, primeras elecciones el 15 de junio, la vuelta de Tarradellas 12 días después, la Ley de Amnistía el 15 de octubre y los Pactos de la Moncloa el 27 del mismo mes.
(...)Adolfo Suárez fue un líder pundonoroso y cumplidor, el último de los tres españoles que no se agacharon al oír los gritos del teniente coronel Tejero la tarde del 23-F: el teniente general Gutiérrez Mellado salió de su escaño para hacer frente a la tropa insubordinada, mientras Carrillo fumaba en su escaño, pensando que llegado el caso, tirarse al suelo no le salvaría la vida. Vimos a un teniente coronel tratando de doblegar inútilmente a un anciano enteco y salir a Suárez de su escaño para hacer frente al golpista.
Era un presidente de salida en la sesión de investidura de su sucesor, pero fue presidente hasta el final, tal como lo contó el ujier Antonio Chaves, testigo de gran parte de la conversación que tuvo lugar entre el presidente y el golpista, con éste apuntándole con la pistola. Suárez le ordenó: «¡Cuádrese!». Los reflejos de Tejero se aflojaron, se desconcertó y se fue. Tenía sentido de la responsabilidad, de la dignidad, y capacidad para llegar a acuerdos. Es más de lo que puede decirse hoy de la mayoría. Quizá sea sólo una leyenda.
Lo mejor del caso es que aunque sólo quisiéramos fijarnos en lo malo de Suárez, en su lado oscuro, que lo tuvo, aún así destacaría sin gran esfuerzo por encima de todos estos tuercebotas y majaderos que intentan mangonearnos desde su puestos políticos. No solo en los partidos dominantes, sino en prácticamente todos los del espectro político español. Para un país como el nuestro debería ser un orgullo haber contado con un presidente de su valía y, al tiempo, debería ser una vergüenza haberlo tratado como se le trató y con esto quiero referirme en especial al bando socialista, ¿verdad Felipe?, ¿verdad Guerra?.Pero incluso cuando el muerto despierta una corriente de opinión favorable tras el paso de los años, siempre hay, al menos, un gilipollas que la acaba cagando. En este caso conozco tres y ¡oh, casualidad!, los tres son catalanes.
Al final, como dice el propio santiago González, a Mas le cuadra más ser Moisés quien logró extraviar y hacer errar a su pueblo durante cuarenta años por el desierto, que es más o menos lo que les espera a los catalanes independientes.
Y es que uno puede ser débil mental (como buen militante de ERC, ya que es lo primero que exigen para afiliarse) pero que, además, la paranoia les haga alucinar de esta manera a mí me parecía impensable. Y, sin embargo, es cierto.
En fin, tres indignidades que califican a quienes las han protagonizado. ¿que se puede esperar de estos pobres memos?
Que descanse en paz Suárez, que se lo merece, y que descanse en paz Iñaki Azkuna.
¿Veis? Las casualidades de las que os hablaba el otro día han hecho que en una semana mueran dos políticos decentes y honrados en España y ahora tendremos que hacer como el filósofo griego Diógenes de Sinope (también conocido como Diógenes el Cínico) quien ya en el siglo IV antes de Cristo se dedicaba a buscar desesperadamente un hombre honrado de día y de noche, con un candil. No se yo si encontraremos alguno en nuestro mundo político....
SALUDOS
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