martes, 25 de noviembre de 2014

SINGULARIDAD

El otro día me enviaron por Whatsapp un chiste muy bueno, de esos de la radio, del programa de Carlos Herrera, en el que narraban un "avistamiento" acaecido en medio de la noche en un descampado. La mujer que había tenido el contacto visual manifestaba no haber tenido miedo en ningún momento y que se había aproximado a observar a aquellos seres más de cerca pudiendo comprobar que, en principio, no eran violentos  pues nunca hicieron además de atacarla y que su aspecto físico era extraordinariamente parecido al de la propia narradora: dos brazos, dos piernas, una cabeza con ojos, orejas, nariz, boca... Eran una pareja de distinto sexo y cada uno de ellos respondía a las características propias del sexo (género, para ser mas políticamente correctos) al que pertenecían. El encuentro fue, pues, pacífico e incluso agradable porque la pareja llegó a establecer contacto verbal con esta persona. Carlos Herrera le preguntó que si de verdad no había sentido ningún temor y si consideraba que esos seres eran extraños. La avistadora volvió a insistir en que miedo ninguno y que eran normales, muy normales, "como tú y como yo", dijo. El presentador le pidió que describiera el contacto verbal que habían mantenido y la mujer respondió que había sido breve pero cortés y nada amenazante. En concreto le habían dicho: "Bona nit, passi-ho bè", que la mujer entendió cabalmente como "buenas noches, que usted lo pase bien". Esto llevó a la avistadora a insistir nuevamente en que eran normales, como cualquiera de nosotros, a pesar de que el entrevistador quería hacerla dudar: "¿Seguro?". "Seguro, seguro. Los catalanes son gente normal", vino a rematar ella.
Y ¿a qué viene esto? os preguntaréis. Pues viene a colación de que se me están inflando las narices y otros apéndices más importantes de tanto escuchar y leer que hay que reconocer la singularidad de Cataluña y, si para ese fin es preciso, reformar la constitución de todos para que encuentren acomodo. De quien más salen estas palabras es del "líder?" de los socialistas Pdr Snchz, aunque a Ssn Dz no le hace mucha gracia.
Singularidad es la cualidad de singular, la distinción o separación de lo común. Singular equivale a solo, único en su especie. También se puede interpretar como extraordinario, raro o excelente. Y ahí acaban las definiciones y usos de lo singular en español.
De la observación de los muchos catalanes que conozco no puedo extraer que sean singulares. Tengo mucha familia en Cataluña, de hecho, prácticamente todos los primos hermanos de mis padres, nacidos aragoneses, emigraron a Cataluña. Mis padres, no sé si feliz o desgraciadamente, emigraron a Madrid y, por chiripa; allí nací yo, como podría haber nacido en Huesca, Cuenca o Albacete debido a la profesión de mi progenitor. A nivel más íntimo, he tenido escarceos y algún tipo de relación (no doy más pistas) con media docena de mujeres catalanas y ninguna de ellas era más singular que una vasca, una sevillana, una madrileña o una asturiana. De esas chicas catalanas, dos eran de Barcelona y eran catalanas de primera generación: sus padres eran aragoneses, pero las otras cuatro eran catalanas de pura cepa (dos de Lérida y dos de Tarragona), de esas de ocho apellidos catalanes o más.
 De todas ellas la más exaltada políticamente era una de las de Barcelona, con tendencia a identificarse con el antiguo PSUC (Partido Unificado Socialista de Cataliña) que era la marca del PCE en aquella tierra años ha. Antes de que los rojos se juntaran con los verdes y los arco iris para formar un "totum revolutum" que no sé qué significa. Y lo era porque estaba en la edad de serlo. Éramos muy jóvenes y yo tambien tonteaba con las ultraizquierda madrileña (Joven Guardia Roja-PTE). A mí me curó la pérdida de la utopía que conlleva el paso del tiempo. Ella no pudo andar ese camino porque murió joven, demasiado joven.
Todas eran chicas normales, al igual que sus familias, hermanos, amigos,... Lo único que poseían de singular, si puede llamarse así, es que solían hablar en catalán, pero aún era más singular que a veces, entre ellas, hablando teóricamente el mismo idioma, podían no entenderse. Porque para decir vaso una decía "got", otra "vas" y otra "tassó". Una llamaba al perro "ca" y las otras "gos". Y así con otras palabras por lo que, aun siendo de zonas civilizadas, me refiero a zonas urbanas ya que todas eran de la capital de su provincia, no coincidían en los términos que empleaban.
Cuando hacía yo la mili, allá por el año 1979-80, las personas más singulares que me encontré en el cuartel eran, ahora sí, tres catalanes. Y eran singulares porque desconocían por completo el idioma español. Los habían reclutado en las montañas gerundenses haciéndoles abandonar las vacas que pastoreaban y tras llevárselos a la fuerza, cortarles el pelo y darles un traje de soldado (como a todos los demás, vamos) los habían soltado en un lugar lejano al de su procedencia donde hablaban un idioma que no entendían. Guardias, refuerzos, retenes y cosas así hicieron pocas pues se pasaban prácticamente todo el día aprendiendo a manejarse en español, para lo que destinaron a un cabo primero muy amigo mío, Cañas, que era maestro de los de toda la vida (de esos que ahora se denominan graduados en educación primaria o algo así), rebajándolo a él también de casi todo servicio de armas. Cuando yo me licencié ellos aun quedaron en el cuartel y ya, entre señas y diálogos como los indios amercicanos entendían y se hacían entender. Tremenda singularidad por abandono. Algo parecido a lo de Marta Rovira, secretaria general de ERC, que tuvo que tomar clases aceleradas de español para acudir al Congreso a defender el referéndum de autodeterminación que luego se convirtió en farsa.
La cuestión es, como me dijo un amigo, que si que si hasta Brigitte Bardot y Sofía Loren (al cambio actual, Jennifer Lopez y Bar Refaeli -ver foto-) cagan, ¿cómo no va a cagar tu novia? Y quien dice la novia, dice los catalanes. Otra cosa es que no queramos pensarlo ni imaginarlo. Pero comen, duermen, cagan, caminan, sufren y algunos hasta se desesperan por tener los políticos que tienen manejando los hilos del gobierno y el parlamento catalán.
Conclusión: que no son distintos o separados de lo común; que no son únicos en su especie; que no son extraordinarios, raros (bueno eso un poco) o excelentes. Son como los demás "como tú y yo" decía la señora del avistamiento.
De donde viene entonces esa "presunta singularidad" que ellos aducen y otros soplagaitas no catalanes parecen reconocer. Pues creo que de ellos mismos. Porque su "nación" (si es que es suya) está hecha de tierra, aire, agua, animales, plantas y personas que son las mismas en composición y naturaleza que las de Castrillo de los Polvazares, en León, donde se come un excelente cocido maragato.
Hay catalanes calvos, melenudos, altos, bajos, horteras, frikis, vagos, listos, simpáticos, gordos, flacos... Los hay incluso generosos y del Real Madrid, como puede haberlos en Mondragón (Vascongadas) o Lucena (Andalucía). Física y psiquicamente no son diferentes del resto de los españoles, ni de los magrebíes. ni de los subsaharianos. Ellos pueden argüir que son distintos o separados de lo común, pero ¿qué es lo común? ¿lo del resto de España? ¿lo de "Madrit"? Y ¿en que se parece un andaluz a un asturiano? ¿a cuál de ellos consideramos como lo común?. En "Madríz", o "Madrí" como más me gusta decirlo a mí, hay de todo como en Cataluña y, al igual que allí, proveniente de todos y cada unos de los rincones de España, de Europa, de Latinoamérica, del Magreb, del África negra, del Indostán,... Hay putas y chulos, hay drogadictos y forofos futboleros, hay ladrones al igual que en Cataluña. Incluso hay gente antipática y agarrada, como allí.
La catalanidad no es, pues, nada fuera de lo común los catalanes, ni en cuanto a personas ni en cuanto a territorio o presunta nación.
Arriesgándonos mucho podríamos decir que son "peculiares". Pero tampoco, porque la peculiaridad no se puede predicar generalizando a un conjunto de personas o cosas porque es algo propio o privativo de cada persona o cosa. No obstante el problema creo que utilizaré esta palabra para entendernos mejor.
En el campo de la sociología, incluso de la psicología, antropología y otras ciencias sociales que se ocupan, por tanto del hombre y de la sociedad en que se desarrolla como ser humano, se ha debatido durante muchos años, estérilmente por cierto, sobre si existe un carácter nacional que imprime a cada pueblo una "peculiaridad" y que los diferencia de los demás. Por ejemplo, el aragonés es cabezota y tozudo. El madrileño es chulo y prepotente. El catalán es trabajador y agarrado. El andaluz es vago y juerguista... Pues después de muchos y sesudos estudios sobre esta materia no se puede afirmar que sea cierta la existencia de ese carácter nacional, pero como en el caso de las meigas, no basta que no creas porque haberlas haylas. Pasa lo mismo que con las fases lunares, que no he charlado con un ginecólogo que diga que está comprobado empíricamente que influyen en los partos, pero ninguno duda de que influyan.
Como ejemplo os contaré que a Churchill, el máximo mandatario británico durante la II Guerra mundial, le preguntó un periodista que qué opinaba de los franceses y el político contestó: "No puedo decirle, no los conozco a todos".
Y así, pues, en qué queda la "peculiaridad" catalana (o vasca, o gallega, o andaluza, o murciana) después de más de 500 años inmersos en el reino de España y sin haber sido nunca independientes (bueno, sí, recordemos los 18 años que fueron independientes de Francia). Yo creo que, única y exclusivamente queda en que tienen un idioma distinto. Sí, idioma, no dialecto como piensan muchos listillos. Es un idioma con todas las de la ley, como el vasco, el gallego y el español, pero ello no implica que sean singulares o más singulares que nadie. Para singular, desde el punto de vista lingüistico, un gaditano de la serranía o un extremeño de las Hurdes, que, aun hablando español, es de premio Nobel entenderlos y, sin embargo, entre ellos se entienden y al resto de españoles también, algo que los catalanes no parecen estar dispuestos a hacer .No es singular, sino necesario, cultivar ese idioma o escribir en él y tratar de buscar un standard que unifique todas las modalidades al tiempo que se respetan éstas. Porque si empezamos a hablar exclusivamente de singularidad idiomática se puede quedar solo la ciudad de Barcelona como componente de Cataluña.
Singular es subirse una piedra de 300 kilos al hombro o, como en el chiste, cortar un tronco con la sierra eléctrica sin enchufarla. Pero también es singular que los más ateos y descreídos andaluces se vuelvan locos en las procesiones de Semana santa o con la Virgen del Rocío, y singular es que en Aragón se organicen concursos para ver quien tira más lejos una azada por entre las piernas (con grave peligro para los órganos genitales masculinos). Hay muchas singularidades en todas las gentes que componen España y ¿habría entonces que reconocer todas dándoles cabida en la constitución?.
No es singular bailar sardanas ni hacer "castellets". No más que la "cremá" valenciana en cualquier caso o los encierros de Pamplona. No es singular tener más empresas e industrias que el resto de comunidades porque eso no se desprende del "ser catalán" sino que proviene de los eternos lloros y lamentos de los catalanes (y vascos) para "sentirse queridos" por el resto de España. Las industrias y las fábricas que produjeron el despegue industrial en el siglo XX, se las regaló Franco para que callaran y no molestaran. La pujanza comercial del siglo XIX tiene como origen el proteccionismo y el fomento desde el estado central en evitación de algaradas. No son más listos, ni más inteligentes, ni más trabajadores. No más trabajadores, en cualquier caso, que los andaluces, aragoneses, extremeños, gallegos, que llegaron allí a mediados del siglo XX y que han hecho que la economía catalana fuera, hasta ahora y junto a la vasca, las más pujantes de España.
No es singular ser del Barça, como no lo es serlo del Real Madrid. Singular, en todo caso, sería ser del Rayo o de la Balompédica Linense.En todos y cada uno de los pueblos de España hay, cuando menos, "un tonto oficial" (aunque no sea políticamente correcto definirlo así) y el que no es del Barça es del Madrid. ¿Singularidad? Ninguna, salvo por la discapacidad que poseen esas personas.
Singular es una persona con síndrome de Down que llega a concejal en su ciudad (Valladolid) y le encargan un área de gestión propia, donde hace su tarea mucho mejor que una persona sin ese síndrome. Singular es un médico que deja su trabajo y vida cómodos en un país civilizado y se marcha a luchar "in situ" contra el ébola, la lepra o el mal de Chagas. Singular es quien pasa del dinero y dedica su vida a los demás. Eso son singularidades y no hablar y sentirse catalán, aferrado a una tierra que fue, cuando menos, íbera, romana, musulmana, goda, aragonesa, francesa y española.

Singularidad no es ponerse una "i" entre el primer y segundo apellido para parecer que se es más de lo que se es, aunque, ejemplos como este son los que hacen que los catalanes se sientan como la definición académica de singular:"extraordinarios, raros o excelentes".

Lo que pasa es que ellos se ven como sólo una parte de la definición, es decir, como extraordinarios y excelentes, por encima de los demás. Yo y muchos como yo, aprovechando la misma definición, los vemos raros. Muy raros.

SALUDOS