Matías Vallés, el reportero todo terreno del Diario de Mallorca, es el autor de un artículo de opinión que vale la pena que todos aquellos que disfrutamos con Évole leamos. Podéis acceder desde el siguiente link: http://www.diariodemallorca.es/opinion/2014/03/01/trabaja-jordi-evole/914651.html?utm_source=rss
Os pongo, por si no quereis leerlo todo unas perlitas:
Évole triunfa porque practica el oficio que los periodistas han renunciado a desempeñar. Lo llamaban profesionalidad, cuando la calidad se valoraba en algo. Incansable, el día de marras llamó a decenas de puertas, recibió otras tantas negativas, adquirió material para un nuevo programa. Ejecuta el "legwork" amputado por las redes sociales. Aceptaba todas las propuestas, recorrimos decenas de kilómetros sin abandonar el perímetro de una ciudad. Nunca he caminado junto a un personaje más asediado por los viandantes, la mayoría todavía le gritaban "Follonero" y detenían sus coches para exigirle que siguiera dando caña. Creían en él, un fenómeno social. Y sí, Jordi Évole reconstruye los diálogos, te obliga a repetir la respuesta en otra localización o escindiendo la pregunta en dos mitades, de modo que su pretendido golpe súbito de inspiración está calculado de antemano. Pero no miente, no sé si habrán notado que los presentadores de telediarios se maquillan antes de aparecer en pantalla. (...) Al parecer, Évole ha procurado ahora al país cierta polémica con su parodia del 23F, nuestro JFK sin muerto. Ha celebrado el aniversario inolvidable, entre los 32 cumpleaños anodinos de la bufonada con tricornios. Su equívoco funcionó porque ninguna reinterpretación supera en mentiras a la versión oficial (...) La tempestad que siguió a Salvados demuestra que la única forma de no ver un programa de Évole es no empezar a verlo (...)
También os recomiendo que leáis este artículo de Manuel Hidalgo sobreb el impresentable Yanukovich, el expresidente ucranianno que ha huido del país y se ha refugiado en Putirusia como un cobarde tras haber masacrado durante unos días a sus paisanos. Como es breve os lo pongo entero. "Grifos", se titula:
La caída de un tirano no es evidente hasta que la multitud levantisca penetra en su mansión. Es la confirmación de que el omnipresente ya está, por fin, ausente. Los ucranios también han entrado en el casoplón de Victor Yanukovich, que vivió con éxito provisional su noche de Varennes desde el imprescindible helipuerto particular. Si no tienes una piscina cubierta en tu casa no eres nadie, pero si no tienes un helipuerto sólo eres un tipo con pretensiones de algo más.
La multitud, en la revuelta liberadora, asalta edificios ministeriales, comisarías, delegaciones y sedes del partido opresor, pero no se queda tranquila hasta que entra en la casa del dictador, hasta que prueba lo mullido del colchón de su cama, hasta que se sienta en uno de sus butacones, hasta que se hace un selfie en el salón principal. Parece una manía, pero tiene su explicación: lo propio del autócrata es invadir con sus esbirros la intimidad de quienes tiene por súbditos-impedirla, poseerla-, y éstos sólo pueden resarcirse violando la acorazada y secreta intimidad de su carcelero.
Y para qué? Para descubrir lo previsible: que los grifos del palacio son de oro. Eso sí que es una manía. No falla. Todos los tiranos decoran sus magnas residencias con grifos de oro.
Los grifos de oro vienen haciendo mucho daño a los grifos en general y al oro en particular. Los grifos son utensilios que cumplen con discreción su función de suministrar agua. Quedan desprestigiados cuando el presuntuoso jerarca los encarga de oro. A su vez, el precioso metal ve desacreditados su valor y belleza cuando el tonto prepotente lo destina a la grifería doméstica. A estas alturas, de oro no se puede tener ni el corazón. Porque es una cursilería. El oro está gafado por cosas como éstas. Y como otras.
Y la multitud, cuando recorre las estancias privadas del sátrapa, se escandaliza: ¡qué lujo! Es lógico que el lujo desaforado indigne al pueblo que vive en la miseria. Y le indigna tanto que lo ofusca hasta el punto de no percibir una afrenta mayor: el mal gusto, la horterada, la ordinariez de su verdugo. Es grave haber estado bajo el yugo de un corrupto y de un ladrón, pero casi lo peor es que era un patán, un personajillo sin educación ni cultura. Tenía grifos de oro, pero no tenía biblioteca. Así era. Por eso era como era.
Por cierto, ahora que Ucrania se ha peleado con Rusia que, a su vez, está amenazando con invadir Crimea (si no lo ha hecho ya de manera subrepticia), una región autónoma de Ucrania, para mantener su status militar y naval en el mar Negro, ¿con quien van los catalanes? Porque hace unos días Homs, el simple, comparaba la situación catalana con la ucraniana. Ahora ¿se comparará con Crimea?
Mañana os comentaré lo nuevo de Pedro J. y alguna cosilla más.
SALUDOS
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