domingo, 30 de marzo de 2014

EXPULSAR INMIGRANTES ¿POR QUÉ NO?




Alemania, de cuyo compromiso y cumplimiento con la democracia nadie duda después de su penoso pasado hitleriano, ha puesto sobre el tapete un tema peliagudo: la expulsión de emigrantes de su territorio.
Matizando, lo que pretende es expulsar a los ciudadanos comunitarios que no logren empleo en seis meses y que se conviertan en una carga para el Estado. Se une así a otros países, democráticos desde hace muchos años, que han propuesto o realizado acciones similares: Francia deportó, entre 2010 y 2012 a gitanos de procedencia rumana, aunque la Comisión le abrió un expediente de cuya resolución no tengo noticia; Bélgica invitó, en 2013, a salir de su territorio a 5.000 ciudadanos de la UE, casi 300 de ellos españoles; Suiza ha aprobado recientemente establecer cupos a la llegada de extranjeros, incluidos los europeos; Reino Unido decidió el año pasado desterrar a los mendigos no británicos, además de poner grandes trabas a la entrada de rumanos y búlgaros y amagar con severas restricciones en las ayudas y subsidios a los no nacionales.
Los ejemplos hablan por sí solos y la gente se echa las manos a la cabeza, en España varias veces, dándose, además, golpes de pecho y diciendo que eso no se puede permitir porque va contra los derechos humanos y las leyes europeas.
Pero yo creo que no va contra unos ni contra otras. Veamos si no lo que propone Alemania.




Esta nación, primera potencia de la UE, tiene un desempleo que apenas llega al 6% (si bien es verdad que muchos de los trabajos son los conocidos como "minijobs" que apenas dan para subsistir) y tradicionalmente ha sido un país de acogida (que se lo pregunten a los turcos) donde no existen problemas de saturación o excesiva presión en su sistema asistencial. Pero la llegada masiva de rumanos y búlgaros tras pasar a ser formalmente ciudadanos europeos de pleno derecho (hasta 2012 no lo consiguieron aunque se adhirieron a la UE en 2007) ha llenado las ciudades alemanas de gente sin oficio ni beneficio, sin conocimientos, sin preparación y subsistiendo del poderoso y generoso sistema asistencial germano. Y esto empieza a preocupar, porque cada vez son más y el sistema puede empezar a resentirse. Por ello, lógicamente, los alemanes, cabezas cuadradas pero mayoritariamente cumplidores con sus deberes laborales y fiscales (hay excepciones como el presidente del Bayern, pero afortunadamente Alemania no es España y ya está condenado a prisión), están preocupados porque ven que unas grandes sumas de dinero se van por ese sumidero asistencial a personas que no han trabajado, no han cotizado, ni lo harán en su puñetera vida. Con todos sus derechos reclaman a sus políticos que hagan algo porque esto no puede seguir así y los políticos, escuchando sus demandas, proponen una serie de medidas que se ajustan perfectamente a la legalidad europea pero que desde fuera son criticadas por demagógicas.


Básicamente, lo que quieren hacer los alemanes es poder expulsar de su territorio a cualquier persona procedente de cualquier país de la unión cuando transcurridos seis meses desde su llegada al país, no haya conseguido trabajo ni disponga de medios económicos legales y suficientes para subsistir en Alemania sin necesidad de recurrir a los servicios asistenciales de dicho estado.
Los ciudadanos de la UE tienen libertad de circulación por cualquier país de este territorio durante tres meses, a partir de los cuales deben demostrar que no son una carga para los servicios asistenciales. La UE recordó hace dos días que la libertad de circulación y residencia dentro de su territorio para sus ciudadanos no es absoluta, reconociendo la legalidad de las pretensiones alemanas al respetar ese tiempo mínimo de tres meses de permanencia libre antes de plantearse  la expulsión de un ciudadano que represente una carga para el estado. En la UE "no hay derechos absolutos", ha dicho un portavoz de la Comisión europea.
Como vemos todo es muy lógico, razonable y legal, además de no atentar, en absoluto, contra los derechos humanos. Todos los turcos, polacos, checos, eslovacos, incluso rumanos y búlgaros que han ido a Alemania a trabajar y lo han conseguido no tendrán ningún problema, pero todos los que han ido huyendo de la miseria en sus países para seguir viviendo en la miseria (en una miseria mucho mejor, no obstante) en Alemania y que por tanto no contribuyen al desarrollo del país y sólo suponen una carga para sus presupuestos pueden ser expulsados. Sencillo, rápido y eficaz.
En España, ya clamamos al cielo y volvemos a ver raices nazis en esa decisión que, por cierto, ha sido tomada por la coalición que gobierna Alemania en la actualidad, formada por democristianos y socialdemócratas, lo que viene a ser en España  PP y PSOE. Creemos que a los alemanes ya solo les falta volver a poner en marcha los hornos crematorios hitlerianos y arrasar con todo lo que no huela a ario o a trabajador productivo. Somos "asin".
Tan "asin" somos que queremos ser los más en todo, incluso en este tema. Yo he visto cosas que no creeríais y os voy a contar una de ellas:
Un marroquí, con esposa, cuatro hijos y madre que lleva viviendo en España más de 10 años y que según los datos de la seguridad social, en esos diez años, tiene cotizados ¡seis meses y medio!. Su mujer no trabaja, su madre tampoco y dos de los hijos son nacidos en España. Llegó a España de manera legal, él sólo, con contrato de trabajo que le daba derecho a una permiso de residencia y trabajo temporal de un año. No se sabe cómo renovó por una segunda residencia por dos años y posteriormente por otra de otros deros años. A los cinco años de residencia ésta se transforma de temporal en permanente y a los cinco años de residencia permanente (10 años en total) puede solicitar la nacionalidad. Durante este tiempo procedió a la reagrupación familiar de su madre, su esposa y dos hijos que tenía y le dió tiempo a seguir follando en España y tener dos hijos más. Apenas habla español, tampoco catalán, gallego ni vasco. No conoce las más elementales cosas de nuestro país (como se llama el rey, de qué año es la Constitución, quién es el presidente del gobierno, etc.) y, como digo, solo ha cotizado a la seguridad social ¡seis meses y medio en 10 años!. Al llevar ese periodo de tiempo legalmente en España tiene derecho a solicitar la nacionalidad, y lo hace. Los informes previos a su resolución judicial son negativos: no conoce el país en el que vive, no está integrado, desconoce el idioma y las costumbres, no ha dado palo al agua desde que llegó (al menos legalmente), etc. y el juez, que es muy, muy bueno, no obstante todo eso, le otorga la nacionalidad española y es tan español como yo mismo o más, porque él lo ha pedido y a mi me viene de chiripa por haber nacido aquí.


Y se la concede en base a que al llevar más de 10 años en España, aunque desconozca todo sobre este país y sobre sus habitantes, ya está arraigado. Un arraigo que en la práctica consiste en que van a comprar a tiendas moras, toman el te en cafés morunos, van a sus mezquitas, tapan la cabeza y el cuerpo de sus mujeres mientras ellos se dedican a vivir en la calle al igual que en sus ciudades de origen, no pertenecen a ninguna asociación vecinal, ni siquiera al Ampa, no tienen amigos que no sean de su nacionalidad.... ¡Toma arraigo!


¿Qué tenemos entonces? Un marroquí que es español pero no ha dejado de ser marroquí. Esto es así porque no es que exista convenio de doble nacionalidad, que no lo hay, sino porque las autoridades del país norteafricano no reconocen ni admiten que sus oriundos cambien de nacionalidad y aunque ahora se manejen con pasaporte español (o francés o belga) para dichas autoridades ese persona no ha dejado de ser nacional marroquí. Pero no sólo eso. Tenemos a su madre, que no quiere ser española por no perder sus costumbres atávicas y, total, en la seguridad social la atienden igual. Tenemos a su mujer que nunca ha trabajado ni se lo ha planteado y que en un par de años podrá pedir también la nacionalidad. Y tenemos cuatro hijos, dos de ellos nacidos en España que serán españoles en cuanto su padre lo sea y los otros dos no tardando mucho. Siete personas viviendo de no se sabe qué porque ninguno de los que pueden trabajar lo ha hecho y que tenemos que cargar en nuestro debe asistencial: colegios, sanidad y otro tipo de ayudas (comida, ropa,...) que pagamos entre todos los demás. Y como este caso, miles.


El otro día murieron en El Vendrell (Tarragona) cuatro niños marroquíes (o quizá ya españoles, no lo sé muy bien). Sus padres, sin oficio ni beneficio vivían en un piso del que fueron desahuciados por no pagar y se fueron a otro de donde también les echaron. Regresaron al primero de sus domicilios donde no había luz, agua ni gas, y un incendio hace unos días provocó que cuatro de los niños murieran. El incendio se desconoce cómo se produjo pero las condiciones de vida de los moradores eran infrahumanas. De los siete miembros de la familia sobrevivieron los padre y un niño (a) pequeño.
Esto podría haber pasado a cualquier familia indigente española. pero  si esta gente, que vive de la caridad ajena, hubieran sido retornados a su país en cuanto pasaron a convertirse en una carga para los servicios asistenciales españoles igual otro gallo hubiera cantado.
Xenófobo, racista, nazi, degenerado, facha de mierda.. Estos y muchos otros epítetos me podréis dedicar y seguramente en alguno tendréis razón. Pero si os paráis a pensarlo fríamente, sin intervención cardiológica, utilizando solamente el cerebro, creo que acabaréis dándome un poquito (o un mucho) de razón. Y si no, es igual, seguiremos siendo amigos ¿o no?.

SALUDOS Y DEVOLVAMOS CEUTA Y MELILLA.

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