
En sus comparecencias fue muy claro, extremadamente claro. Claro contra la independencia –aunque respetuoso con los independentistas–. Y nada partidario de celebrar referendos secesionistas como los que se hicieron en Quebec en 1980 y 1995 o como el planteado por Artur Mas en Cataluña. «Hacer un referéndum es traumático», sentenció, y deja «heridas» que tardan en cicatrizar.
Defendió que es posible «ser nacionalista quebequés y nacionalista canadiense a la vez». Y consideró que de la misma forma se puede ser «nacionalista catalán y nacionalista español de forma enriquecedora».
El dirigente liberal relató que la campaña del No en Quebec se basó en explicar con realismo qué supondría la independencia. Y añadió que, en el caso catalán, ha quedado claro que esta comunidad quedaría fuera de la Unión Europea si llegara a declararse independiente, incluso si ocurriera de forma acordada con el Gobierno de España.
El dirigente liberal relató que la campaña del No en Quebec se basó en explicar con realismo qué supondría la independencia. Y añadió que, en el caso catalán, ha quedado claro que esta comunidad quedaría fuera de la Unión Europea si llegara a declararse independiente, incluso si ocurriera de forma acordada con el Gobierno de España.
Dejó claro también que no quiere inmiscuirse en los asuntos internos de España, pero habló como testigo del proceso independentista en Quebec. El dirigente canadiense se mostró orgulloso de ser francófono, quebequés y canadiense, compartiendo su nacionalidad con ciudadanos que hablan inglés y que tienen una cultura diferente a la suya. Por ello, abogó por el diálogo para «construir la unidad y reducir las divisiones» y «ponerle corazón» para conseguir «vivir todos juntos».
No se si todo lo que dijo este experimentado político gusto entre los Federalistesd'esquerres pero parece meridianamente claro que no debió gustar a Mas y sus golfos apandadores puesto que CiU y ERC no asistieron al debate en el congreso. Sí lo hicieron, entre otros, Iniciativa por Cataluña, PNV y Amaiur.
Interesante, en relación a lo manifestado por este canadiense, el artículo de Arcadi Espada (catalán él, como ya sabemos) titulado "Claridad":
El triunfal paso de Stéphane Dion por Barcelona. De su importancia son prueba el par de magros y pudibundos titulares en la prensa local. Y la actitud de sus anfitriones, los llamados Federalistes d'Esquerra: no solo Dion no ha bendecido su prurito a decidir, sino que probablemente, tras haberlo escuchado, esos federalistas de izquierda decidan rápidamente dejar de ser una cosa y otra. Dion (...) disertó con rigor y transparencia sobre el contentamiento. Dijo: «Ceder prácticamente a todas las reivindicaciones de los separatistas dentro de un país, esperando que pierdan todo interés por llevar a cabo la separación, es una estrategia arriesgada y probablemente ilusoria, a la que llamo la estrategia del contentamiento». Todo lo que vino después fue una arrolladora presentación de argumentos sobre la imposibilidad de que esa estrategia funcione. Era impactante oírlos en España donde la estrategia del contentamiento ha sido practicada por todos los gobiernos y es la principal responsable de que el nacionalismo haya llegado a su punto alienado y alienante.
(...)
Dion ha hablado, pues, no solo en el lugar, sino en el momento justo: cuando al niño ya se le han dado todos los juguetes imaginables y su único y feroz deseo es patear la casa.
Y hasta aquí puedo escribir que me voy al aeropuerto a buscar a mi hijo.
SALUDOS
No hay comentarios:
Publicar un comentario