martes, 11 de marzo de 2014

¿HACIENDA SOMOS TODOS? Y OTRAS COSAS

Este es el título de un libro que publica Francisco de la Torre, inspector de hacienda, en el que nos informa, amenamente, de todo lo relativo a impuestos y fraude en España, como indica el subtítulo.
A continuación os obsequio con un extracto del capítulo dedicado a la "burbuja futbolística" que se publicó en mercados el pasado 2 de marzo. Es un poco largo pero merece la pena.

LIBRO La burbuja futbolística

'Es duro que tu equipo no gane, pero hay problemas más graves'

Hubo una época en que el presidente Zapatero afirmaba que España estaba en la Champions League de la economía; antes de la explosión de la gran burbuja. En esos tiempos, que ahora parecen lejanos pero no lo son tanto, España tenía «la mejor liga del mundo». La primera afirmación parece ahora una broma pesada, pero en fútbol parece que hemos retrocedido menos. Aun así, para muchos, la Liga ya no es lo que era, aunque sigue manteniendo un cierto nivel.
Comenzando por el principio, jugar al fútbol es relativamente barato. A un determinado nivel, se necesitan, como en cualquier deporte de masas, algunas infraestructuras. En España, muchos alcaldes consideraban que en su pueblo debía haber universidad, aeropuerto y estación de AVE. Comparado con un aeropuerto, o con una línea de AVE, un estadio es una obra relativamente menor. Aun así, el fútbol es caro, pero no por las obras sino porque emplea a la mano de obra más cara del mundo: los futbolistas profesionales. Tener un equipo competitivo es una cuestión esencialmente de dinero, dinero para pagar a los futbolistas, básicamente del primer equipo. 
Cualquier estrella negocia unos emolumentos después de impuestos. Esto quiere decir que, si en España se paga un tipo marginal de IRPF más elevado, el problema no lo tienen los jugadores sino los clubes, que no dispondrán de dinero para pagar un equipo estelar; los jugadores empezarán a decir cosas como: «No me siento feliz en este equipo», y se marcharán. Sin embargo, aunque el IRPF no ha sido bajo en España en los últimos treinta años, el fútbol se las arregló para competir.
En un primer momento, los clubes utilizaron la ingeniería fiscal para que sus estrellas pagasen menos impuestos y tuviesen menos coste para ellos. Lo primero que se hizo fue pagar una parte, a veces sustancial, del contrato a sociedades controladas por los futbolistas, en concepto de «derechos de imagen». [...]
En un segundo momento, los clubes consiguieron que las televisiones pagasen por los derechos de imagen de sus jugadores. La idea es algo así como: «No me pagues a mí, paga por mí a las sociedades de mis jugadores, que sale más barato fiscalmente». Este esquema es más difícil de atacar, pero tiene un inconveniente. En general, incluso dentro de la élite de un deporte de masas, muy pocos jugadores tienen realmente «derechos de imagen», es decir, logran que su imagen valga millones; eso sí, la de esos pocos tiene un inmenso valor. [...] Este esquema también terminó con actas millonarias, que de nuevo perdieron, en general, los grandes clubes de fútbol. Lo que pacificó en buena medida el panorama fue el régimen de impatriados. El término impatriado no existe en el diccionario de la RAE, pero casi todo el mundo conoce su significado, y lo identifica, correctamente, con la denominada Ley Beckham. Esta norma, promovida por el anterior Gobierno del PP en su segunda legislatura, permitía traer a España extranjeros no residentes y que tributasen el IRPF como no residentes durante cinco años. [...] La justificación oficial era que la norma iba a permitir traer a España a directivos de primer nivel, grandes científicos y premios Nobel. [...]
Aunque el número de premios Nobel que vinieron a España con esta norma debió de ser cercano a cero, sí pacificó el fútbol español. Los clubes dejaron de hacer ingeniería fiscal cuando el coste tributario de la ficha del crack correspondiente bajó al 25%. Evidentemente, esto significaba tratar mejor a los extranjeros que a los nacionales, pero al final los números se hacen globalmente; es decir, que el ahorro de impuestos acababa significando mayores retribuciones para toda la plantilla.
Messi es el primer imputado por delito fiscal aclamado al llegar a los juzgados
Que la Liga española pasase a ser no una de las mejores, sino la mejor del mundo, y que algunos equipos españoles volviesen a ganar en Europa, como vemos también tuvo sus causas fiscales. Algunos equipos podían competir internacionalmente con éxito, así que otros trataron de imitarlos. Por esta razón, las inversiones en fichajes se multiplicaron. Para ello se utilizó el dinero de las televisiones. Las empresas televisivas se equivocaron y pagaron excesivamente por unos derechos de emisión que no pudieron rentabilizar. Además, tanto ellas como los clubes de fútbol se endeudaron, hipotecando los ingresos futuros. [...]
Esta burbuja futbolística tuvo su parte fiscal: el aplazamiento masivo de las deudas fiscales de los clubes. Se han comentado con anterioridad las múltiples y cuantiosas actas de retenciones que levantó la Inspección de Hacienda a los clubes de fútbol. A muchos de ellos no les venía bien pagar estas deudas cuando se hicieron firmes y solicitaron los correspondientes aplazamientos. Hacienda podría no haber concedido algunos aplazamientos. Incluso yendo un poco más lejos, ahora está claro que no debería haber aceptado algunos de estos aplazamientos, pero no era tan sencillo. [...]
En cualquier caso, los bancos habrán financiado en exceso y Hacienda debería haber dado menos facilidades para aplazar deudas fiscales, pero el núcleo del problema no es ése, sino la mala gestión económica. Dicho de otro modo, el principal responsable de aplazar impuestos y pedir un crédito para fichar en el mercado de invierno al último crack no es un empleado de banca, ni un funcionario de Hacienda, es un presidente de club de fútbol empujado por una «afición exigente que quiere ver ganar a su equipo».
En 2010, la presión social empezó a cambiar; la crisis ya estaba haciendo estragos. Con las primeras subidas de impuestos del Gobierno de Rodríguez Zapatero (fundamentalmente en el IVA), llegó también la limitación del régimen de impatriados. En adelante, sólo pudieron acogerse aquellos extranjeros que no fuesen a ganar más de 100.000 euros al año. Con este viaje se acababa con el fichaje de futbolistas de élite, ya que todos cobran cuantías superiores a ésa. [...]
De todas formas, para que nos hagamos una idea de la importancia social y del poder de presión del fútbol, esta modificación se hizo respetando el régimen fiscal para los contratos formalizados con anterioridad, lo cual es sencillamente insólito. Desgraciadamente para mí, los tipos impositivos no se quedaron congelados cuando comencé a trabajar. Si a usted le suben el IRPF, no podrá alegar ante un tribunal que cuando le hicieron su contrato el IRPF era más bajo. De hecho, todos los asalariados españoles soportaron la subida del IRPF que entró en vigor el 1 de enero de 2012, aunque tuviesen un contrato de trabajo anterior. Todavía recuerdo la bronca que recibí después de unas declaraciones en este sentido de una directora general que me encontré por la calle, que me dijo que no tenía ni idea de fútbol ni de contratos: era abogada del Estado.
A día de hoy, también la burbuja futbolística se ha pinchado. Además, este pinchazo no ha sido el mismo para todas las empresas. Como en otros sectores, a las empresas internacionalizadas que compiten en los mercados globales les está yendo mucho mejor. En el mundo del fútbol, sólo hay dos grandes clubes que venden camisetas en todo el mundo, y cuyos derechos de retransmisión tienen valor en todo el mundo. Supongo que no hace falta citarlos. Esto ha supuesto que las diferencias de presupuesto con el resto de los clubes sean todavía mayores que antes. Esto, naturalmente, afecta a la competición, pero no podemos volver a arreglarlo a base de ayudas públicas o regímenes fiscales especiales. Puede ser duro que nuestro equipo de toda la vida ya no gane, y que en Europa pasen a ganar la Champions League los equipos alemanes, pero hay problemas mucho más graves y los recursos son limitados.
Es cierto que a algunos cracks futbolísticos, incluso hoy en día, parece que se les puede perdonar todo. De hecho, uno de los casos más sonados de los últimos años ha sido la acusación de delito fiscal a Lionel Messi. Lo sorprendente no es tanto que haya quienes no parezcan cumplir con sus obligaciones fiscales, al menos a juicio de la Agencia Tributaria y la Fiscalía, sino que es el primer caso de un imputado por delito fiscal al que se le aclama al llegar a los juzgados. Volveremos a esta cuestión al hablar sobre delito fiscal, pero todo esto no dice mucho en favor de la conciencia fiscal de muchos españoles. De todas formas, es otra expresión más de que el mundo del fútbol es peculiar. Al igual que a ningún trabajador se le perdona que insulte a su jefe, y a un jugador de fútbol sí, esto también ocurre en el ámbito fiscal. Como decía Vujadin Boskov, «fútbol es fútbol»; si fuese de otra forma, ya no sería fútbol, aunque fuese más barato para casi todos.
 Y ya puestos, seguiré con más economía citando, por ejemplo, al exministro de administraciones públicas en el primer (des)gobierno de Zapatético, Jordi Sevilla quien, en uno de sus últimos artículos en Mercados titulado "Grecia, mejor que nosotros", trata de desmontar las mentiras de Marianico el corto al tiempo que le hace ver que el camino que hasta ahora ha seguido no es el bueno, para lo cual emplea la frase que el propio Rajoy empleó en el debate sobre el estado de la nación : "hemos cruzado el Cabo de Hornos".
Empieza Jordi Sevilla su artículo tal que así: Quienes pensamos que de nuestra triple crisis, económica, institucional y de convivencia sólo saldremos con bien, a partir de un gran pacto nacional reconstituyente, no podemos estar satisfechos con el debate parlamentario de esta semana, convertido en el primer mitin de las próximas campañas electorales, con un Rajoy actuando antes como líder de facción, arengando a los suyos, que de presidente del Gobierno de todos los españoles.
Llámenme ingenuo. Pero si la cosa va de datos (recuperación) o de rutas (Cabo de Hornos) les ofrezco, para su reflexión, el siguiente balance alternativo con datos de esta misma semana: cerramos 2013 más pobres que un año antes (la economía española siguió cayendo un 1,2% interanual); trabajando menos gente que un año antes (532.000 ocupados menos en media anual, según la EPA), los que siguen trabajando ganaron notablemente menos que el año anterior y las Administraciones Públicas acabaron mucho más endeudadas que un año antes. Si, además, como acaba de confirmar el INE, la suave recuperación del último trimestre de 2013 ha resultado ser más ligera de lo anunciado, lanzando dudas sobre la fortaleza de su continuidad, no encuentro razones objetivas para esa dosis de euforia que se nos quiso inyectar desde el Gobierno.
Y continúa: Y aquí está el siguiente problema: ¿es que nadie le ha dicho al presidente del Gobierno que desde la construcción del Canal de Panamá, hace justo un siglo, ya casi nadie pasa por el Cabo de Hornos y, tras la ampliación, nadie? Dicho de otra manera, ¿cuántos de los sacrificios impuestos al pueblo español durante estos años, han sido fruto de haberse empeñado en seguir una ruta equivocada? 
Pues eso, que a ver si es que estamos yendo en dirección contraria y no nos lo quieren decir, porque con estos politiquillos de chichinabo que manejan el país, puede ocurrirnos cualquier cosa, y ninguna buena.
Además, si será corto Marianico que, pese a ser de Pontevedra, provincia marítima gallega, no tiene ni idea de que los cabos no se cruzan sino que se superan o, si son muy pronunciados como el cabo de Hornos, se doblan. Lo único que se cruzan son los estrechos y los canales, así que a ver si es que ha tenido un vahído y lo que quería realmente era cruzar por el Canal de panamá. Cuando lo acabe Sacyr, claro, que no viene de un día.
Y acabo con una anotación hecha por Hilario Alfaro, presidente de la Confederación del Comercio de Madrid. Pero antes recordemos que hace unos días (semanas quizá) tontolaba Homs entabló contactos con representantes de empresas madrileñas para que trataran de suavizar la inflexible postura (o impostura) de Rajoy ante el desafío independentista. Y he aquí que el señor Alfaro, en un artículo titulado "Ante el desafío soberanista" viene a contar cosas muy interesantes. Lo inica, a manera introductoria, hablando del reconocimiento constitucional de que son parte las asociaciones sindicales y empresariales y de que ese reconocimiento a entidades de tipo estrictamente privado conlleva y comporta especiales responabilidades de estas asociaciones. Por eso:  ante el desafío secesionista que se le ha planteado a España, la sociedad espera de sus organizaciones cívicas, empresariales, sindicales y profesionales, esa misma capacidad de respuesta, que se materialice en un cierre de filas con partidos políticos que ya se han posicionado y que suman más del 90 por ciento del electorado español, como PP, PSOE, UPyD, Ciudadanos y muchos otros.
Es realmente escandaloso que hasta la fecha ninguna cúpula patronal, sean CEOE o CEPYME, haya aprobado y publicado Declaración Institucional alguna en la que se explicite, sin posiciones tibias o ambiguas, lo que ya está en los Estatutos fundacionales de todas: que defendemos la unidad de España y su trasunto económico, que es la unidad de mercado, en el marco de la Constitución de 1978.
(...)Será entonces cuando España se pregunte «¿para qué sirven estas organizaciones?», y no habrá manera de darles una respuesta coherente. No sé de quién es la frase, aunque yo se la oí a Luis del Val: «un patriota es aquél que quiere que su país sea mejor, y un nacionalista es el que cree que ya lo es».
Efectivamente, y detrás del derecho a ser diferentes, que nadie discute, los nacionalistas esconden la inconfesada certeza de que son superiores, y que por ello nos hacen un favor estando con nosotros, sin dudar por un instante de que estarían mejor fuera. Mientras llega ese momento, los nacionalistas suelen poner dos condiciones: 1) mandar ellos y 2) que se les exonere de pagar.
En el mundo de las patronales, a algunos que yo me sé les sonará esta última frase. Pero ya se ha visto que no se puede transigir: el nacionalismo quiere mandar para organizar su propia secesión, y quiere dejar de pagar para financiar la aventura separatista. Que por lo menos a las organizaciones empresariales no las haga caer en el ridículo, cuando ya chapotean en la irrelevancia. Una declaración, ya.
No es la primera vez que os digo que en muchísimas ocasiones otros, más listos que yo, expresan con más corrección lo que a mí me cuesta explicar. por eso recurro a ellos y así también me voy dando cuenta de que sigue habiendo gente con sentido común y de que vamos a poder con ellos: con los politicastros de mierda, con los independentistas asesinos o insultones y con todos aquellos cuyo irracional comportamiento pueda perjudicar la convivencia en paz y tranquilidad. ¡A por ellos que quizá no son pocos, pero son muy cobardes!.
Y acabo deleitándoos con un chiste que me ha hecho mucha gracia:

SALUDOS

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