jueves, 3 de abril de 2014

¿SOMOS LOS MAS TORPES?

Los alumnos españoles están a la cola de la OCDE (Organización para la Cooperación y el desarrollo Europeo) en habilidades prácticas, o lo que es lo mismo, en resolver problemas en la vida cotidiana. Lo dice la última Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA 2012) publicado el pasado martes.

Por si no fuera poco ser de los últimos en la adquisición de conocimientos  básicos en ciencias y en lenguaje o lectura (lo dice también el informe PISA) resulta que lo poco que aprendemos no sabemos llevarlo a la práctica en nuestro desenvolvimiento diario en la vida. ¡Estamos apañados!
La media de la OCDE es de 500 puntos y España obtiene 477 por lo que se sitúa en el puesto 23 de los 29 países que integran ese organismo. Si tomamos en cuenta un estudio hecho sobre un total de 44 países, incluyendo a los de la OCDE, estamos en el puesto 29, siendo los más destacados Singapur, Corea del Sur y Japón y estando bien colocados China, Canadá, Australia y Finlandia. A nivel europeo estamos por debajo de Portugal, Polonia y Eslovaquia, además de los de siempre: Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Suecia.... Estamos al nivel de Eslovenia, Serbia y Croacia.
Estos resultados se refieren a alumnos de 15 años, es decir, en 3º de ESO, lo que antes sería, creo, 8º de EGB y en mi época 4º de bachiller (donde ya se había de pasar una reválida).
Casi el 29% de los estudiantes españoles es incapaz de afrontar con éxito cuestiones cotidianas frente al 21'4% del resto de países europeos mientras que por la parte de arriba casi el 8% de los españoles resuelven con brillantez los problemas diarios, lejos de la media de 11'4%.
A modo de ejemplo nuestras bajas competencias no impiden que un joven de 15 años pueda comprar el billete más barato combinado tren/autobús en una ciudad en la que nunca ha estado, pero tendría serias dificultades para comprar la combinación de billetes si surgieran complicaciones como perder uno de los medios de transporte. Los más torpes tienen más dificultades para programar y manejar aparatos electrónicos complejos cotidianos como un mp3, un robot aspirador, o el termostato del aire acondicionado o calefacción. Puede que no sean los ejemplos más válidos para detectar la falta de competencia, pero si está claro que si a todos se lo plantean y lo resuelven mejor que los españoles, es que son más despabilados.
Al parecer no hay mucha diferencia en las habilidades en función del sexo, pero sí la hay en función del origen, es decir, que los inmigrantes sacan peores puntuaciones que los no inmigrantes.
La importancia de este segundo informe es que recalca que es necesario dominar las habilidades prácticas porque en el mundo actual el "quid" no está sólo en lo que se sabe sino en el uso que se haga de ese conocimiento.
La novia de Wert, Monserrat Gomendio, secretaria de estado de educación, dice que necesitamos un cambio radical de métodos docentes para que el alumno no solo memorice sino que aplique los conocimientos a tareas prácticas complejas y que es importante que el profesorado lidere el cambio real, que tiene que ocurrir en todas las aulas. De hecho, se ha constatado la mejora de resultados en países como Japón tras la transformación de las prácticas pedagógicas. Se trataría de quitar el énfasis en el aspecto memorístico del conocimiento para cargarlo en enseñar a resolver problemas complejos y a desarrollar el pensamiento crítico y creativo
Los docentes, mejor dicho, los sindicatos de docentes recurren a lo de siempre: hasta que no cesen los recortes en educación que han provocado el aumento del número de alumnos por clase, el número de horas que imparten los profesores y la no sustitución de las bajas, difícilmente se conseguirá innovar en métodos pedagógicos, además, la LOMCE no va a cambiar por sí sola esta metodología pedagógica. Esto es falaz por cuanto el gasto por alumno en España está por encima de la media de la UE y la ratio de alumnos por clase es inferior a la media europea.

Y ahora vienen las batallitas del abuelo. En la escuela del pueblo eramos unos 50 por aula y el maestro podía serlo con haber acabado cuarto y reválida y haber hecho magisterio (tres años, sin CAP, prácticas, másters ni esas historias), es decir, a la temprana edad de 18 años y con conocimientos sólo un poco mayores que los alumnos mas aventajados a los que tenían que enseñar. Además, tenían el handicap de que en cada aula había alumnos de edades distintas y había que formar a todos, a cada uno en el curso que le correspondiera, al unísono. No había desdoblamientos, ni "necesidades especiales". Tampoco existía el TDAH. Bueno sí existía pero no estaba diagnosticado, porque recuerdo a compañeros de clase persiguiendo moscas, arañas y otros bichos en el aula sin centrarse en lo que el maestro decía. Tampoco había detección de superdotados y  algunos se aburrían en clase soberanamente, pero todos, a su ritmo aprendían.
 Había muchos que desaparecían de la escuela en la época de la vendimia, de la aceituna, de la remolacha,..., pero, mal que bien, leían, escribían y hacían las operaciones matemáticas más simples. Su futuro escolar era negro y no por falta de dotes o capacidades sino porque su destino estaba escrito en el campo y ahí, con diez o doce años, ya sabían resolver con verdadero acierto los problemas cotidianos. Sabían cuando había que sembrar, regar, recolectar,..., conocían todos y cada uno de los animales y pájaros que pudieras encontrar en 50 kilómetros a la redonda (ese era su espacio vital) y cuándo y cómo se podían cazar tordos o correr tras las perdices (¡que divertido era!). Había gente que valía y, por sus circunstancias familiares, no podían seguir. Y a la inversa, hijos de los potentados estudiando en institutos o internados gastando tiempo y dinero para que el hijo se desasnara sin que al final pudieran conseguirlo. Todos querían ser "péritos". Estos hijos de potentados, que se podían contar con los dedos de una mano, también tenían escrito su futuro, que no dependía de que fueran o no "péritos" ya que se reducía a seguir siendo los terratenientes del lugar y vivir de ello.
 Y en medio de estos grupos, cuatro cinco o seis alumnos hijos del médico, del secretario, del boticario, de los propios maestros, incluso del alcalde (o del cura, porque casi todos los curas vivían con un "ama" y un sobrino, cosa que siempre me ha dado que pensar), que sí tenían posibilidades de llegar más allá. Pero para eso tenían que emigrar a los 10-11 años, bien a institutos de pueblos más o menos cercanos o a internados en la capital donde, en ambos casos aunque más en este último, tenían que desarrollar por narices, esas habilidades que les permitieran hacer frente a los nuevos problemas que, con esa escasa edad, les acechaban ya sin el apoyo y cobijo de los padres.
La pedagogía no existía. Bueno, miento, existía la máxima pedagógica tan famosa de "la letra con sangre entra". Sangre yo no ví, pero reglazos en las manos, en los dedos, en las nalgas o castigos inmisericordes eran el pan nuestro de cada día. Lo mismo que lo era rezar al entrar y salir y cantar el cara al sol o similar ante una bandera falangista y otra nacional con el águila de San Juan que por cierto no es franquista, sino que proviene de los reyes Católicos).
Hasta empezar el bachiller no recuerdo tener más que un libro, una enciclopedia (Alvarez), en donde estaba todo lo que debía estar (muy a lo franquista, eso sí) y con ese libro y la impagable labor de los maestros no sólo aprendías cosas sino que aprendías a usarlas.
Con diez u once años te ibas lejos de casa y estabas, como Gary Cooper, sólo ante el peligro. Y entonces el "bullying" no se llamaba así pero ya existía y tenías que pelearte, como novato, con todos los gallos del corral, que eran muchos y recibías pero también dabas, aunque luego jugaras a las canicas o a las chapas con los que te habías forrado horas antes. Y cuando tus maestros o profesores daban cuenta de tí, tus padres te daban un chorreo de aúpa, cuando no dos hostias. El maestro siempre fue usted y su tarea era muchísmo más agradecida de lo que es hoy en día. Hasta regalos recibían a final de curso.
La enseñanza era mucho más rudimentaria que ahora pero yo creo que más integral, porque incluía cultura y educación (urbanidad lo llamaban). Todo se aprovechaba y la masificación, en los institutos y colegios, seguía existiendo: unos 45 alumnos por clase fuimos durante todo el bachiller excepto en COU. Medios materiales había dos para los profesores: tiza y pizarra y tres para los alumnos: boli, cuaderno y libro. No recuerdo nunca haber pegado puntitos rojos, amarillos y verdes como hicieron mis hijos (un desastre porque aparecían por todos lados). No recuerdo enguarrinarme con todo tipo de pinturas en clases de plástica o psicomotricidad. Si acaso en dibujo con acuarelas o tinta china. Sí recuerdo hacer clases de cálculo mental y muchos dictados. Leer y escribir cada día una máxima o un refrán y tener muy claro cuando empezaba cada estación del año (con Franco era siempre el día 21 de marzo, junio, septiembre y diciembre, no como ahora que lo cambien cada dos por tres). Sabía cuando era época de lluvias, o de siega y los días que tiene cada mes del año; sabía cuando se descubrió América y cuando fue la guerra de la independencia. Muchos de estos conocimientos no tenían aplicaciones prácticas (eso parece) pero ya sabía muchas cosas que mis hijos ignoran, la principal de ellas es que "el saber no ocupa lugar" y no sólo eso, sino que saber es mejor que desconocer, salvo que seas tonto de baba o te dediques a la política situaciones que en la mayoría de los casos son coincidentes. No siempre, porque hay muchos tontos de baba a los que no les ha llegado ni para ser políticos.
Y yo acabé mis estudios e hice una carrera, pequeñíta, eso sí, pero donde aprendí más cosa,s algunas sin utilidad práctica, en principio. Luego hice una oposición y me dí cuenta de que muchas de esas cosas que parecían tonterías me habían servido para aprobar y conseguir el trabajo que me daría de comer a mí y a mi familia y que, además y esto es muy importante, era un trabajo que me apasionaba. Y después hice otra carrera, esta ya más larga, y volví a darme cuenta de que lo acumulado, tanto en conocimiento propiamente dicho como en actitud de estudio y aprendizaje, me había valido para conseguirlo de manera más fácil. Y todos mis estudios y mi trabajo me han abierto los ojos ante muchísimas cosas y ahora me siento capaz de sobrevivir 40 días en el desierto o en la jungla vietnamita, como Rambo. Porque tengo conocimientos y creo y confío en mí y en mis capacidades y eso es lo que me gustaría inculcar a mis hijos antes de irme al otro barrio. Nada es en vano y todo es aprovechable. Mi hijo, a veces, ha llevado esto hasta tal extremo que llegué a creer que padecía el síndrome de Diógenes, ese que te hace recoger todo lo que encuentras y guardarlo por si algún día le puedes dar una aplicación o simplemente por vaguería (ver foto). Parece que según madura va cambiando.
Y cuando yo había acabado mis estudios apareció el pedagogo. El que decía cómo había que enseñar independientemente de que se enseñara algo o no. Y la cagamos, porque durante muchos años se han apoderado del sistema educativo en detrimento de los maestros y profesores vocacionales. Las formas han prevalecido sobre el fondo y así nos va. La educación ya no es autoritaria, es cierto, pero ha pasado a ser anárquica; el alumno siempre tiene la razón y sus padres encima se la dan; el respeto ha desaparecido para evitar frustraciones en los pobres niños; las correcciones hay que administrarlas con cuentagotas y siempre plenamente justificadas y, mientras, nadie estudia lo que debe, nadie memoriza, nadie aprende y nadie es capaz de darse cuenta de que para triunfar en la vida tampoco es menester saberlo todo sino saber donde encontrar la información, conocer las fuentes y, desde luego, saber aplicar esa información y conocimiento con criterios prácticos. Como dice el anuncio del coche: la velocidad sin control no vale para nada.
Y estamos, según dicen, en que en España sabemos menos que los demás y que lo poco que sabemos no sabemos aplicarlo en la vida práctica. ¿es de extrañar por tanto que haya seis millones de parados? Porque además tenemos que tener en cuenta, también, que el nivel de fracaso escolar en nuestro país, del que os aporto unos datos oficiales, es de los más grandes de Europa:

El abandono escolar prematuro afecta a casi un 30% de los hombres jóvenes en España, casi el doble que la media europea, que se sitúa en el 14,5%, según datos del Instituto de Estudios Económicos (IEE) a partir de un estudio de Eurostat (agencia europea de estadisticas).
En concreto, los hombres jóvenes españoles alcanzaron en 2012 una tasa de abandono escolar de un 28,8%, mientras que en el caso de lasmujeres la cifra es del 20,8%.
Estas cifras, sin embargo, suponen una bajada del índice de abandono escolar en nuestro país, que pasa de un 28,4% en 2010 a un 24,9% en 2012. En 2005 la cifra se situó en un 30,8%
Según el IEE, esta bajada es "fundamentalmente consecuencia de la crisis económica que vive el país y no obedecen a cambios en el sistema educativo" por lo que insta a "redoblar los esfuerzos por reducir el abandono prematuro del sistema educativo".
"En los años del boom del ladrillo muchos chicos dejaban de estudiar para ir a trabajar a la construcción. Eso, ahora, se ha acabado", señalan.
Por detrás de España, figuran Malta (27,5%), Portugal (27,1%) e Italia, con una tasa del 20,5%. Mientras, Rumanía registra un 18,0% y Chipreun 16,5%, al tiempo que el Reino Unido (14,6%), Letonia (14,5%) yBélgica (14,4%) se sitúan en torno al promedio de la UE.
En Grecia, el abandono escolar prematuro entre los hombres jóvenes alcanza un 13,7% y en Francia un 13,4%. Además, Irlanda y Alemaniacomparten cifras levemente por encima del 11%, mientras queDinamarcaLuxemburgo y los Países Bajos superan el 10%.
Suecia (8,5%) y Austria (7,9%) son los países de la antigua UE-15 con el menor problema de fracaso escolar entre los hombres jóvenes, mientras que las menores tasas de toda la UE-27 corresponden a la República Checa (6,1%), Eslovaquia (6,0%) y Eslovenia (5,4%), concluye el IEE.
En resumen, ¿qué quiere decir todo esto? Pues que en España hay un gran volumen de abandono escolar (y menos mal que la educación obligatoria la subieron a los 16 años), que los que estudian aprenden poco y que lo poco que aprenden so saben aplicarlo.
¿Debemos preocuparnos? No mucho pues un estudio realizado por el economista Cesar Molinas y la abogada del estado Elisa de la Nuez se afirma que 300.000 personas sería una estimación prudente del número de políticos en España, un colectivo que, según sus palabras, "ha acabado replicando las características del caciquismo español tradicional". Otras fuentes estiman que podrían ser más de 400.000 y un estudio mucho más prudente lo rebaja hasta 160.000. El problema, aparte de que son muchísimos, es que no hay datos para hacer el cálculo con lo que todo son estimaciones. Yo tiro por el camino del medio y pongo 200.000. Si contamos también sindicalistas, algunos de los cuales solo saben sumar para sí, la cifra aumenta en unas decenas de miles más. Para algunos de esos puestos es necesario haber estudiado, pero para muchos otros ni eso, con un poco de desparpajo y labia está todo hecho.
 Tenemos casos ejemplares: Pepiño Blanco, ex-ministro, sin carrera; Elena Valenciano, segunda del PSOE y cabeza de lista a las europeas de mayo, sin carrera; Celestino Corbacho, ex-ministro, sin carrera; Cándido Méndez y Fernandez Toxo, capos sindicalistas, sin el bachiller; Montilla, ex-presidente de cataluña, sin carrera; Felipe hablaba algo de francés pero Aznar, ZP y Rajoy no tienen ni puta idea de idiomas y mira que Aznar se hizo amigo de Bush y Blair, con los que pudo haber practicado,...
En fin, que, como vemos, no todo es negativo. Gente inculta, sin estudios o muy justitos de ellos han llegado a grandes figuras de la política española, eso por no hablar de los tuercebotas y destripaterrones que podemos encontrar en la política autonómica y local. Todos ellos, sin embargo, han sabido montárselo para resolver sus problemas de la vida cotidiana y estar a la sopa boba porque, España, no debemos olvidarlo, ha contribuido grandemente en el terreno literario y en el terreno práctico con una figura fundamental: el pícaro, y un poco de eso lo tenemos todos. El Lazarillo, el Buscón y Guzmán de Alfarache, entre otros, son nuestros antepasados y la genética condiciona inexorablemente. Por eso en España podemos permitirnos tener oficialmente 6 millones de parados (más de la cuarta parte de la población activa) y que no haya una revolución social; por eso en España podemos tener esas tasas de fracaso escolar y podemos seguir viviendo del cuento; por eso en España podemos poner al frente de la patronal a un picaro indeseable (Díaz Ferrán) sin que rueden cabezas, y poner en las antiguas cajas de ahorros a vocales, con unos sueldos de órdago, que dificilmente sabían leer y firmar; por eso en españa nos salen Bárcenas, Botines, EREs y otras historias cada dos por tres, porque la picaresca ahce que, mal que bien, muchos españoles hayamos aprendido a solucionar nuestro problemas cotidianos sin necesidad de ir a la escuela. Pero claro, así nos va.
porque tambien somos cabeza de pelotón en otros aspectos negativos como la corrupción y destacamos igualmente en falta de transparencia a nivel institucinal. Curiosamente la principal institución catalana (junto a la ANC, por supuesto), es decir el parlamento, ha quedado en el ultimo lugar  en España en cuanto a transparencia financiera en contratos, subvenciones y retribuciones. Su puntuación  ha sido tres veces menor a la media de España por lo que no me extraña que quieran ser independientes porque así todo esta mierda no se airearía.
En fin, que hemos de ser optimistas porque no todo perdido ya que, incluso,  la Audiencia nacional ha citado como imputado al etarra cancerígeno que debería, según los médicos, llevar medio año muerto. Uribechebería Bolinaga, el carcelero de Ortega Lara, ha sido,inculpado por el asesinato de un guardia civil en 1986 y dado que no acaba de morirse a lo mejor le hacen volver al talego ¡Ojalá!.

SALUDOS



No hay comentarios:

Publicar un comentario