domingo, 27 de abril de 2014

HIKIKOMORI (ひきこもり o 引き篭り)

Esta es una palabra japonesa que he aprendido hoy mismo y que, literalmente, significa "apartarse, estar recluido". Desde el punto de vista sociológico se refiere al fenómeno de que las personas buscan un apartamiento, escogiendo  abandonar la vida social y llegando, a menudo, a grados extremos de aislamiento y confinamiento a causa de factores personales y sociales en sus vidas. Desde el punto de vista psicológico estaría intimamente relacionado con la agorafobia, la fobia social, trastorno de personalidad por evitación o la timidez extrema.
Es un fenómeno bastante extendido en Japón, hasta el punto de que el propio gobierno japonés estima que unas 700.000 personas lo estarían sufriendo y cerca de un millón y medio de personas más estarían en grave riesgo. Afecta mayoritariamente a varones y la edad media de los afectados ha pasado de los 20 a los 30 años. Como vemos, no se trata de jóvenes en la edad del pavo o en el inicio de la pubertad que se encierran en su cuartos y los dejan tan guarros que ni un cerdo osaría entrar en él, ya que este es un fenómeno universal y los que tenemos hijos en esas edades lo conocemos a la perfección, sino que se trata de aislarse totalmente del mundo y no salir del cuarto durante años por miedo, vergüenza o lo que sea con respecto al mundo exterior. De hecho, casos extremos han llevado a la muerte por inanición de los afectados.
Os adjunto fragmentos de un artículo periodístico en el que se habla del tema

Atrincherado con sus videojuegos, un televisor y provisiones que iba renovando una vez al mes, Hisaki vivió gran parte de su juventud encerrado en los 10 metros cuadrados de su habitación. "Solo respirar el aire de la calle se me hacía insoportable", asegura inmerso en la terapia con la que busca superar su condición de hikikomori (auto recluido). (...) El término, utilizado por primera vez por el psicólogo Saito Tamaki en 1998, describe a los jóvenes japoneses que deciden aislarse completamente de la sociedad. Pueden pasar años sin hablar con otras personas, rehúyen incluso a sus padres y en ocasiones han sido encontrado muertos por inanición, incapaces de llamar por teléfono o mantener el más mínimo contacto con el exterior. (...) uno de los orígenes de la enfermedad está en la falta de comunicación y las exigencias de la rígida sociedad japonesa, donde el prestigio dentro de la comunidad tiene una gran importancia. Las demandas para cumplir las expectativas comienzan desde la niñez, cuando los alumnos compiten por acceder a las mejores guarderías. Es el comienzo de una dura vida académica que no todos pueden soportar y en la que no hay tiempo para atender a los que se quedan atrás. Estigmatizados, muchos deciden aislarse. "Los adolescentes no pueden explicar qué les pasa y los padres tienen miedo de soliviantarlos, por lo que les dejan estar", explican en la Asociación de Padres de Hikikomori. "En los casos más graves la situación termina en violencia o suicidio". (...) Los hikikomori son tan comunes que han pasado a ser parte de la cultura japonesa, protagonizando libros, películas y cómics. Bienvenido a N.H.K, una novela convertida en serie de televisión y cómics manga, cuenta la historia de una joven que trata de rescatar a un auto recluido que atribuye su situación a una conspiración. La asistencia que el protagonista recibe se da cada vez más en la vida real. La pasividad con la que se solía afrontar el problema ha dado paso a la acción por parte de ex hikikomori, familiares de los afectados, asociaciones de ayuda y centros de atención gubernamentales. Cientos de enfermos están siendo recuperados, formados en oficios y reincorporados a la sociedad. Otros, sin embargo, persisten en su encierro.
Y es que estos japoneses son la leche y no solo por su comida, que a mi mujer le encanta, sino por todas esas peculiaridades orientales que les hacen ser, aun en pleno siglo XXI, unos perfectos desconocidos sin encaje en la mentalidad occidental preponderante. Sus costumbres y tradiciones que incluyen actos violentos como el suicidio en grupo, el harakiri, los kamikazes, el hikikomori, el sushi (ay, no, que esto es de comer) son cosas totalmente incomprensibles desde el punto de vista no japonés. Ni siquiera los chinos o los coreanos (primos de la misma raza) encajan realmente en esas concepciones de la vida y el honor japonés. Pero a día de hoy hay un gran peligro y es que estas acciones tienen una repercusión mediática universal y se extienden rápidamente. Además, hace unos años, estando recluido se estaba totalmente incomunicado con el exterior algo que ahora no pasa pues las redes sociales pueden hacer mantener contactos virtuales con una serie de personas desde el rincón oscuro de una habitación, y por eso mismo estas conductas son más fáciles de propagar.
De hecho a España ya han llegado según el paralelismo que me he tomado la molestia de establecer entre el hikikomori y la política en España, de tal manera que concluyo que todos los políticos, o al menos los más destacados de los principales partidos, están afectados por este fenómeno.
 El aislamiento que sufren de la realidad social, en todos casos de manera voluntaria, hace que hayan quedado totalmente desconectados de lo que es la vida cotidiana del común de sus votantes. Viven encerrados en habitaciones propias (llámense escaños, concejalías, ministerios...) y no conocen, ni quieren conocer, lo que pasa extramuros de esa habitación. Como ejemplo nos basta el señorito ZP cuando afirmó que un cortado valía 80 céntimos cuando yo ya lo estaba pagando a un euro con veinte. O que crean que salir de copas es asequible porque en el congreso pagan a 3 euros un pelotazo (gin tonic o similar) cuando en la calle lo encuentras a seis si es de garrafón. Porque desconocen las penurias que pasan los parados, las clases bajas y las que está comenzando a pasar la clase media. Porque no saben lo que es un desahucio, porque les espantan los pobres de pedir a su paso, porque su economía, dicen, va bien mientras la del resto está hundida, porque sus encierros, que duran de elección a elección, son herméticos y cuando salen de ellos lo hacen exclusivamente para aprovisionarse y volver a encerrarse hasta que haya que votar otra vez, porque ese aprovisionamiento lo hacen a costa de aquellos de los que luego no quieren saber nada y por tantas otras cosas que cualquiera de vosotros, mis múltiples y fieles lectores, podríais añadir.


Y es una lástima, porque igual que nuestros políticos han optado por el hikikomori  ( ひきこもり o 引き篭り) podrían haberse equivocado, pues muy espabilados tampoco son, y haber optado por el harakiri ( 腹切 o 腹切り) que, además de ser más fácil de pronunciar, resolvería  todos nuestros problemas.

SALUDOS

1 comentario:

  1. Un documental sobre los hikikomoris:

    http://unhikikomorienpotencia.blogspot.com/2013/08/hikikomori-recluso-social.html

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