lunes, 28 de abril de 2014

LA CAJA

Corría el año 1980 y yo hacía la mili en Menorca, preciosa isla, cuando paseando con un paisano madrileño por el centro de Mahón me dijo: "Estos catalanes son la hostia". Al solicitarle la razón de ese comentario me dice: "Fíjate, es que están en todo, tienen hasta una caja de pensiones para la belleza y estabilidad de Cataluña y Baleares", al tiempo que me señalaba un letrero de una caja de ahorros que rezaba "Caixa de pensions per a la vellessa i d'estalvis de Catalunya i Balears". Yo me eché a reir y casi se ofende. Al explicarle el motivo lo comprendió, porque él había traducido "vellessa" por belleza cuando en realidad significa vejez y "estalvis" por estabilidad, cuando en realidad significa ahorros. Aún así, insistió en que los catalanes eran la hostia. Yo, en aquellos años, también lo creía así.

Antic edifici central de la Caixa de Pensions per a la Vellesa i d’Estalvis de Catalunya i Balears , a Barcelona, obra d’Enric Sagnier i Villavecchia (1917)


Bueno, pues esta caja es el origen de lo que hoy conocemos por "La Caixa", tercera entidad financiera de España y omnipresente en todos los rincones del país, como he podido comprobar en mis numerosos viajes por territorios ajenos a los inexistentes Países catalanes. Y después de muchos años, tras su conversión en Caixabank y en Fundación La Caixa, está acometiendo una profunda renovación que incluye la redacción de unos nuevos estatutos en los que, parece ser, que perderá una gran parte, si no toda, de su catalanidad. Por ejemplo, en los antiguos se recogía que su ámbito territorial sería principalmente Cataluña, dándose por descontado que su presencia en el resto de territorio español era un complemento a su actividad en esa región y se señalaba que, en cualquier caso, la sede social estaría en Barcelona. Ahora, por el contrario, se afirma que el ámbito territorial es todo el estado español aunque con una especial dedicación a Cataluña y que su sede social se fija en Barcelona, pero ya no en cualquier caso, lo cual quiere decir que si quieren cambiarla a Soria no hay nada que lo pueda impedir.

Las razones de estos y otros muchos cambios en la misma dirección es que el catalanismo nacionalista-independentista puede hacer mucho daño a una entidad financiera que sólo busca beneficio económico y que, seguramente, ha empezado a darse cuenta de que el resto de España, sus clientes y sus no clientes, no ven con buenos ojos la aventura de Mas, Junqueras y compañía.

Otros, quizá más listos que yo, van más allá y, como Carlos Segovia, dicen : "Si se pone el lector de los nuevos estatutos en la piel de un inversor internacional, no verá en la operación impulsada por el presidente de La Caixa, Isidro Fainé, un bofetón político a Artur Mas, o una burla a las aspiraciones del líder de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras. Ni siquiera un guiño a Mariano Rajoy. Verá simplemente racionalidad económica en un movimiento que se hacía imprescindible de lógica aplastante."
Pero volviendo al cliente nacional (e incluso, como he dicho, al no cliente) este mismo periodista dice: "Si uno de cada cuatro clientes de banca en España confían sus ahorros en La Caixa; si es líder o segundo operador en todas y cada de las comunidades autónomas... ¿Qué hace ligando su suerte a una Cataluña independiente y por un tiempo incierto fuera del euro? ¿Respondería a su realidad presentándose de pronto ante sus 13,6 millones de clientes en toda España como una entidad extranjera? ¿Con qué responsabilidad arrastraría Fainé a todos los accionistas de CaixaBank a un horizonte con una nueva moneda no testada en los mercados internacionales y fuera del radar salvavidas del Banco Central Europeo?"
Y volviendo al inversor internacional, remata: "Si un inversor internacional da credibilidad al proceso iniciado por Mas, la lectura de los actuales estatutos son para salir corriendo e invertir en otro sitio. (...) a los inversores no les gusta nada la incertidumbre". (...) No basta con que La Caixa vaya bien, los inversores quieren ver que opera con normalidad en un gran mercado y supervisada por unas autoridades fuertes capaces de rescatarla. (...). La Caixa corre grandes riesgos en caso de secesión de Cataluña y debe cambiar sus estatutos en la lógica línea impulsada ahora.

Y todo esto ¿a qué viene?, me preguntaréis. Pues viene a cuento de que los que saben de dinero, principal motor del mundo -sin olvidarnos del sexo-, tienen muy claro que el remedo de proceso independentista está llegando a su fin y como buenos catalanes que son saben que "la pela sigue siendo la pela" y hay que evitar toda situación grotesca, como la planteada por Arturito Mas, para seguir garantizando el acceso a esa "pela" aunque para ello se haya de renunciar a los orígenes. Y si esto lo hace una entidad eminentemente catalana, que no harán otros cientos de empresas cuya vinculación espiritual con Cataluña es nula.
Habría que preguntarles, por ejemplo, a los alemanes de Volkswagen casa matriz de Seat o a los japoneses de Nissan a ver si seguirían fabricando sus automóviles en esa comunidad cuando quede excluida de la UE y tengan que adoptar otra moneda (el "pujolet") y pagar aranceles para sacar su producción a territorio europeo.
Cualquier empresario catalán de cierto tamaño y con dos dedos de frente debe tenerlo muy claro. Está bien jugar un rato al independentismo, pero cuando eso afecta a las cosas de comer hay que dejar el juego no sea cosa de que acaben todos chamuscados por la chaladura de un visionario como Arturito.
Lo dijo en primer lugar Lara (de Planeta), lo ha dicho Bonet (Freixenet), lo dice ahora La Caixa y veréis como esto empieza a rodar y poco a poco otras empresas de renombre empiezan a salir del autobús independentista que conduce el chalado de Mas.
Yo, como os he dicho al principio y como os he contado en algún otro blog, era sincero admirador del carácter catalán. No es que quisiera ser catalán pero me sorprendía gratamente el empeño que ponían en mejorar constantemente, en trabajar, en invertir y ahorrar, en investigar en diversas ciencias, en el deporte, en la música, en la cultura ... Pero después de lo visto, es decir, de la locura colectiva inspirada por un político de chichinabo como Mas y jaleada por la ANC, por el CATN, por cientos de miles de catalanes y apoyado por ERC y CUP, me he dado cuenta de que estos catalanes no son los que yo creía conocer y admirar y, por tanto, ya no me interesa que formen parte del país en el que vivo, así que, por mí, se pueden independizar cuando quieran.
Ahora, eso sí, si se independizan y La Caixa abandona su domicilio en ese territorio para instalarse en cualquier otro punto de España, que les obliguen a cambiar el nombre: LA CAJA.

SALUDOS

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