domingo, 6 de abril de 2014

DECIDAMOS

El otro día hablaba de que la sentencia del Tribunal Constitucional contra la declaración del Parlamento catalán en la que se atribuía a éste o al pueblo de Cataluña la soberanía (en contra de lo establecido en el artículo 1.2 de la Constitución: "la soberanía nacional reside en el pueblo español") iba, por otro lado, un poco más allá al concebir que el derecho a decidir podría tener cabida en nuestro país si se modificara la Constitución en ese sentido.Y así es. No hay nada que impida reformar la norma para encajar ese derecho pero, eso sí, ha de hacerse a través de los cauces establecidos en la propia norma y no porque a Mas y a otros de su calaña le salga de las narices. Esto es muy difícil de conseguir a día de hoy porque los dos grandes (y casi únicos) partidos que tienen la llave para llevar a cabo esa reforma se tendrían que poner de acuerdo en avanzar en ese terreno y el acuerdo parece estar, ahora mismo, en no mover ni un dedo en esa dirección, sino más bien al contrario.

¿Sería bueno que se reconociera constitucionalmente ese derecho a decidir? Pues depende, como todo en la vida porque unos (catalanes y vascos, por ejemplo) estarían tocando los huevos continuamente con el mismo y otros estarían tan ajenos como lo están ahora.

El exconsejero y exparlamentario vasco por el PNV, Joseba Arregui, nada sospechoso de centralista ni españolista, viene a decir que nada fortalecería tanto a la España constitucional y desnudaría más al irredentismo nacionalista como una regulación del derecho de secesión bajo el control soberano del conjunto del pueblo español. Se trataría, precisamente, de romper el tabú para que el reconocimiento de ese derecho diera estabilidad a España, «pero no por estar prohibido, sino por ser posible».

Pero su posibilidad debería quedar enmarcada por una serie de requisitos, que Pedro J. enumera en su articulo dominical de hoy basándose en la ley de Claridad canadiense, elaborada para el conflicto similar de la región de Quebec en aquel país, así como en la praxis británica en relación al conflicto escocés. Con esas bases, se podría establecer lo siguiente:
(...) requisitos que a la luz de la llamada Ley de Claridad canadiense y de la praxis británica deberían exigirse para afrontar una consulta independentista en una comunidad autónoma: 1) Una comisión del Congreso de los Diputados controlaría el proceso. 2) La pregunta sería clara e incondicional, sin grotescas alternativas intermedias como la que plantea Mas pretendiendo imponer la forma en que Cataluña se quedaría en España. 3) Para que su resultado produjera efectos políticos se requeriría una mayoría reforzada en ningún caso inferior a la mayoría absoluta del censo. 4) Cualquier provincia -sea Álava o Tarragona- en la que no se superara esa barrera quedaría excluida del proceso. 5) Se fijaría un intervalo de al menos 20 años antes de que pudiera repetirse la consulta. 6) Cumplidas todas las demás premisas se entablaría una negociación para fijar los términos, plazos y obligaciones respectivas hasta culminar la secesión.

Todos me parecen sensatos y, sobre todo, comprensibles, aunque siempre habrá robaperas que lleven a los límites su interpretación para salir más favorecidos.También dice Pedro J. que la reforma de la constitución es inevitable pero que no tiene que ser, ni mucho menos, en el sentido único que quieren los independentistas:
Estamos abocados a una reforma de la Constitución en la que se promedien e integren los planteamientos legítimamente defendidos por el PSC, la izquierda federalista y en cierto modo por Durán Lleida y el nacionalismo pactista, con los de quienes como UPyD, Ciudadanos y yo con ellos, anhelamos que se fortalezcan las competencias del Estado en ámbitos como educación, justicia, sanidad o urbanismo y se refuercen los mecanismos que garanticen la lealtad institucional de todas las autoridades. Sólo el inmovilista Rajoy (...) finge ignorar la necesidad de esta legitimación reconstituyente, pero eso puede arreglarlo el ciclo electoral que comienza el mes que viene.

Es un buen camino y me gustaría tener oportunidad de seguirlo, aunque la reforma no debiera circunscribirse exclusivamente a eso. Tras 35 años nuestra Constitución necesita una lavado de cara y, sobre todo, necesita que se lleve a cabo el desarrollo, que aun está pendiente, de muchos de los artículos de esa norma.
Los políticos parecen no saber salir del circulo del "y tu más" o de las discusiones de si "son galgos o son podencos" y, mientras, la sociedad evoluciona y las normas se van quedando desfasadas y dejan de cumplir su misión. Los hechos ocurren muy deprisa, más en este mundo del siglo XXI y es necesaria una continua adaptación y flexibilidad para poder  adecuarse a la realidad. Que se abra pues el melón constitucional y actualicémonos porque si no nuestro futuro será mucho más negro del que ahora vislumbramos.
Los problemas de identidad, nacionalismo, independentismo, no se podrán arreglar nunca en la vida. Los nacionalistas son devoradores voraces de todo lo que el gobierno central pueda darles y constantemente reclaman aumento de dosis. Esto es imparable salvo que les demos la oportunidad de quedar con el culo al aire. ¿Podemos arriesgarnos a dársela? Yo creo que sí, porque como dicen en los pueblos "una cosa es predicar (como hace Mas) y otra dar trigo" como tendría que hacer si algún día consigue esa tan anhelada independencia.
Por cierto que la ANC (¿qué coño es la ANC?) sigue ejerciendo de cabeza del planteamiento independentista y marcando unos calendarios y unos pasos que, en innumerables ocasiones, usurpan las competencias del parlamento catalán y de otras instituciones democráticas (ayuntamientos, diputaciones,...).
Esta organización ya ha dado a conocer que en relación a su objetivo independentista, que comienza con el referéndum previsto para el próximo 9-N y de cuya legalidad saldremos de dudas el próximo martes, se plantean cuatro escenarios:
(...) en tres de los escenarios que contempla la hoja de ruta aprobada la consulta se celebraría de forma "tolerada, con oposición o aplazada para mas adelante". En el cuarto escenario la consulta no se podría celebrar porque la Generalitat estaría "política y jurídicamente intervenida" por el Estado español. "Tenemos que estar preparados para cualquier escenario, incluso el que no permita celebrar la consulta" dice el vicepresidente de ANC, Jaume Marfany.
Yo creo que en realidad no hay más que dos escenarios: la consulta se celebra o no se celebra. No va a poder celebrarse por lo legal porque el 8 de abril así se lo van a hacer saber en el Congreso, por lo cual la opción de tolerada no existe. Que se haga con oposición del congreso depende de los huevos que quieran poner lo independentistas, Mas y sus canallas de CiU sobre todo, en el asador, y me da a mí que tampoco se celebra. El tercer escenario es que se aplace para más adelante, que es el más factible porque ni unos ni otros están por la labor de llegar más lejos y se llegará a algún tipo de acuerdo, económico, por supuesto. El cuatro escenario es el que les gustaría a muchos españoles y que sonaría, más o menos así: "En el día de hoy, intervenida jurídica y políticamente la Generalidad de Cataluña, el gobierno central ha desarticulado el movimiento separatista catalán. Las tonterías han terminado".
Es decir, que, visto lo visto, realmente el escenario es único: no se va a celebrar la consulta y eso pese a quien pese. ¿Apostamos?
Podemos olvidarnos de que el día de San Jorge de 2015 se proclame la República catalana y es lástima porque la vidilla que han estado dando a los articulistas y periodistas políticos, incluso a mí, no la volveremos a recuperar, porque supongo que tras los chalaneos entre Marianico y Arturito establecerán un periodo de carencia de unos 20 años para no volver a tocas los huevos con estas mismas tonterías. Claro que igual continúan los vascos y los gallegos, que todo podría ser.
Y, mientras tanto, Arturito Mas se deja caer con los rasgos diferenciales entre catalanes y españoles asegurando que "la mezcla de sangre no nos hace iguales". ¿Y a mí que eso me huele a nazismo?.
Dice que es catalán quien vive y trabaja en cataluña, como ya dijo Pujol en su día, porque su pais se ha construido siempre sobre el ius soli (derecho de suelo) y no sobre el ius sanguinis (derecho de sangre) que son las dos formas de obtener una nacionalidad: lugar de nacimiento frente a herencia de los ascendientes. Es lástima porque si utilizaran el derecho de sangre podrían anexionarse Francia ya que el primer ministro francés tiene orígenes catalanes. Ya veo el futuro: la República catalana (tras anexionarse Francia, o al menos el Rossellón y la Cerdaña, los paises catalanes (Valencia y Baleares), andorra y El Alguer en Cerdeña), se convierte en motor de la UE, al tiempo que se conmemora el 300 aniversario de la muerte de Arturo Mas en el Psiquiátrico de Santa Coloma.

En fín, un futuro negro, tan negro como el dinero que parece entraba en el PP y que Bárcenas se encargaba de contabilizar, en muchos casos a su favor. "Negro" como el título del artículo de Manuel Hidalgo que habla de estas cositas y en el que dice:
El juez Ruz parece que da por hecho la existencia de dinero negro en las cajas ocultas del PP. Dinero cobrado en negro, dinero para pagar en negro. Ya se sabía, se sospechaba, se intuía. Pero esta evidencia judicial parece que debería volver negrísima toda expectativa de futuro inmediato del partido del Gobierno. Bárcenas aparte. Hay comentarios, sí, cierta escandalera. No se advierte, sin embargo, un cataclismo.
¿Nos da igual a los españoles que el partido gobernante, el que nos ha recortado y puesto a dieta, manejara durante años dinero negro, defraudando, entre otras cosas, a la Hacienda Pública cuya actividad ahora regenta uno de sus miembros con el carácter severo que es propio de su misión?
Pues vaya usted a saber. Por cosas de la religión católica, éste viene siendo un país de pecadores que exigen la virtud a los otros con fiereza y que, a veces y al mismo tiempo, aflojan en su requisitoria al compartir la culpa cuyo castigo reclaman. El dinero negro está tan a la orden del día en millones de ciudadanos que, quién sabe, podría haber un paso insalvable entre exigir la pena de muerte y accionar el botón de la silla eléctrica.
Y esa actitud sí que augura un negro futuro para la salud política, ética y moral del país. Estamos a la espera de saber si la Justicia, además de imponer penas a quien corresponda, va a proceder con una contundencia que, por encima de todo, resulte de una vez ejemplarizante, regeneradora y pedagógica para todos: eso no se hace, eso está mal, eso ya no tiene pase.
¿Una quimera? El dinero negro circula por las venas de la economía española, de la sumergida y de la que flota a la vista. ¿Qué pasará? Pues no se sabe. Negro panorama.
 SALUDOS

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