lunes, 14 de abril de 2014

PARAISOS

"Hawai, Bombay, son dos paraísos..." cantaba Ana Torroja con Mecano hace muchos años ya. La cantante de uno de los mejores grupos de la música española de todos los tiempos (desaparecido oficialmente en 1992, aunque con una breve reaparición en el 98) ya tenía dos paraísos entonces y los tenía en su piso. Era un poco agorera porque con el tiempo ha vuelto a tener nuevos paraísos pero esta vez para defraudar dinero a Hacienda.
Torroja ha sido condenada a pena de 15 meses de prisión, que no cumplirá, y a pagar casi un millón y medio de euros por varios delitos contra la hacienda pública utilizando para ello dos nuevos paraísos, esta vez fiscales, Panamá y Antillas holandesas.
Destacaba, como el antiguo jefe de la SGAE, Teddy Bautista, por su lucha contra el pirateo musical y resulta que ella era una mezcla de Barbanegra, Morgan, Jack Sparrow y Garfio con la diferencia  de que, en lugar de meter la pasta en un cofre y enterrarlo haciendo un plano de su situación, lo llevaba a entidades financieras de los dos paraísos citados para que Montontoro y sus antecesores no pudieran ni olerlo.
Algo similar hacía Teddy Bautista, que se desgañitaba pidiendo "justicia" e interrumpiendo bodas, comuniones y bautizos hasta que no se pagaran los cánones de la música que en ellas sonaba y mientras iba haciéndose un huequito personal con ese dinero que recaudaba la SGAE.
Estos al menos son piratas finos, no como la Pantoja que no sabía ni donde queda Panamá y por eso, con su "cachuli" sólo sabían llenar bolsas de basura de billetacos de 500 y moverlas de un sitio a otro.
Aunque el último pirata es el Urdanga quien "sólo o en compañía de otros" (quizá, su esposa la infantita) se dedicó al saqueo de instituciones y organismos públicos con los que engordaba Noos y, por ende, Aizoon, de donde Cris sacaba tajadillas para gastos personales. Urdanga tenía poca pinta de pirata, más bien de pardillo tontorrón, pero en cuanto veían que venía con la bandera de su suegro el rey borbón, todo el mundo se aprestaba a entregarle sus dineros.
De momento Torroja y Pantoja se han comido el marrón y ahora sólo falta por ver qué se comen los todavía duques de Palma.

Paraíso, pero celestial, es lo que creen que van a conseguir los catalanes con la independencia. de hecho, el otro día leí una entrevista a un catalán renegado, Albert Boadella, en la que comentaba que el nacionalismo se ha convertido en una religión: "Lo de Cataluña tiene una gravedad en el sentido en el que ellos han construido una religión laica. Es muy significativo que la asistencia al ceremonial religioso haya bajado de una forma espeluznante. En mi pueblo, si antes iban a misa 90 o 100 personas, ahora van 4 o 5. Y eso ha sucedido en toda Cataluña. En cambio, los rituales nacionalistas han subido espectacularmente. Porque tiene todos los elementos de la religión: tiene la liturgia, la simbología, la historia de ficción, tiene la fe en vez del pensamiento, tiene los talibanes voluntarios, tiene la persecución del infiel dentro de la misma comunidad... Contra el fundamentalismo religioso no hay discusión posible".
Y entre los predicadores de esa nueva religión se encuentran, indudablemente, los encargados de la educación:  "los que enseñaban estaban adiestrados para enseñar de una determinada forma. El gran ejército de Cataluña han sido los maestros y los lingüistas(...) ha sido un bombardeo incansable que quien no ha vivido allí no puede imaginarse. Con qué perversidad, con qué formas sibilinas de penetración se ha convencido a la gente. Cómo se ha ido extendiendo este adoctrinamiento general a través de cosas muy sencillas, como en programas de humor, los personajes ridículos hablaban español. Y así ha ido penetrando. Lo malo es que es una epidemia colectiva (...) Detrás de todo nacionalismo hay un principio xenófobo. Pero yo creo que es más paranoico que xenófobo. El problema es que si mañana se van de España y desaparece esa tensión paranoica, necesitarán trailers de Prozac para mitigar la depresión. Se van a encontrar que la independencia significa tener los mismos gobernantes que tenían, o peores, igual de corruptos, o igual de tontos, y además clarísimos inconvenientes de todo tipo, y sin nadie a quien echarle la culpa". 

Boadella parece dejar claro que el nacionalismo es la religión laica catalana y que, llevada al extremo, abriría las puertas al nuevo Eden, al nuevo paraíso terrenal, a una Cataluña independiente donde los perros se atarían con longanizas y solo habría bondad y armonía porque el Leviatán, España, ha sido desterrado para siempre. Pero una religión así, sin ninguna relación con el mal, sin nadie a quien echarle la culpa ¿tendría futuro?.
Porque el madridismo ya no podría ser la causa de los males del barsa, aunque, por lo visto este año las causas parecen venir de otro sitio, por ejemplo vascongadas (perdió en Bilbao y San Sebastián), Valencia, Granada, donde ha perdido partidos trascendentes, además de Madrid, pero el otro lado de madrid, pues resulta que el equipo más antimadridista que hay, el Atleti, es el que lo ha echado fuera de Europa.
Pero los catalanes insisten y piensan que su lucha por la independencia solo puede acabar cuando ellos, que reclaman algo no previsto en las leyes, que la mayoría en el congreso no está dispuesta a consentir y que no tiene precedentes en ningún lugar del mundo, obtengan plena satisfacción. Tal cual un niño malcriado al que siempre se le ha consentido todo, que es lo que siempre ha sido Cataluña (y vascongadas) con respecto a España. Y lo empezamos a tener claro si encima padres de la patria y de la constitución como Herrero Rodriguez de Miñon les alientan reconociendo que «Cataluña es indudablemente una nación», al tiempo que se muestra partidario de una «mutación constitucional» que reconozca esa «singularidad nacional» y blinde sus competencias y, entre ellas, las lingüísticas, mediante la «alteración de la Constitución sin reformarla» a través de una nueva disposición adicional transitoria que sería refrendada en la urnas, al parecer sólo de Cataluña.
Como dice Iñaki Gil en su artículo de ayer ("España no nos quiere y otras mandangas"), no seré yo quien discuta de constitucionalismo con semejante prócer, pero a mí me parece un engendro intragable. Con todo, pudiera admitirla siempre que votáramos todos los españoles y que la misma disposición reconociera mi derecho a no tener que mendigar explicaciones en castellano.Sobre todo si es el castellano de mierda de la impresentable Marta Rovira.

En relación con el paraíso y la limpieza étnica  que, a la chita callando, se está llevando a cabo en Cataluña me viene a la cabeza Ucrania donde en varias de sus regiones han sido ocupados cuarteles, comisarías y edificios oficiales por, presuntamente, ucranianos rusófonos que quieren hacer lo mismo que Crimea, ser de Putin. ¿Harían los catalanes lo mismo con lo llorones que son?

La península de Crimea era el paraíso ya en época zarista y lo siguió siendo en la soviética. Inserta en el mar negro tiene un clima incomparable en relación a las frías estepas que componen la mayor parte del territorio soviético-ruso. Por ello siempre ha sido un bocado apetecible para Rusia. Lo fue durante la existencia de la URSS, cuando sus hoteles se transformaron en la quintaesencia de las vacaciones de los trabajadores pudientes. Allí iban a tomar el sol y a pasear desde los duros mineros de la cuenca hullera del Donbass a las delicadas bailarinas del Teatro Bolshoi, pasando por los máximos gerifaltes del todopoderoso Partido Comunista.
Las mansiones de la cúpula estaban bien escondidas lejos de las residencias y las casas donde se alojaban los burócratas, los soldados o los obreros. En la cima de la escala social, los miembros del Politburó -el sanedrín de su sistema gerontocrático- tenían a su disposición las exclusivas haciendas levantadas en los alrededores del pueblo de Oreanda. Incluso los ciudadanos extranjeros podían disfrutar de un establecimiento con 1.200 habitaciones erigido en la localidad de Yalta. «Los ciudadanos soviéticos tienen derecho a descansar», rezaba un cartel colocado en primera línea de playa en 1985, donde acudían entonces cada año un millón de turistas llamados por la bonanza de un clima mediterráneo y una vegetación subtropical. Aquí homenajeó el entonces número uno del régimen Leonid Brezhnev al presidente estadounidense Nixon, cuando éste visitó la URSS en 1972. Y también aquí tenía su retiro veraniego Gorbachov. De hecho, el padre de la perestroika se encontraba en la dacha estatal de Foros, enclavada en la costa crimeana, cuando sus colaboradores más conservadores le dieron un golpe de Estado en 1991.
Putin, que aunque lo sea no significa "pequeño hijo de puta", se ha hecho con Crimea e intenta hacerse con varias zonas más de Ucrania para desmembrar ese estado que quiere ser independiente de la influencia rusa. Y lo está consiguiendo porque de hecho los ucranianos no tienen capacidad de respuesta ante el acoso ruso ni tienen quien les apoye, por mucho que la UE y EEUU se lleven las manos a la cabeza y castiguen a mandatarios y capitostes rusos con no salir al recreo y quitarles los ahorros. Me temo que Ucrania acabará siendo totalmente integrada en Rusia, nos pese a quien nos pese. 
¿Y el tema ucraniano se puede comparar con el "conflicto" catalán? Pues depende, porque Cataluña ¿sería Ucrania o Crimea? Si quiere ser Ucrania lo tiene crudo y para ser Crimea le falta el "primo de zumosol", es decir, una Rusia que la proteja y está claro que la UE ya ha dicho que nones. Ahora les queda a los catalanes esperar a ver el revolcón que se va a llevar Escocia en su aventura independentista y, teniendo en cuentas los dos revolcones que ha sufrido ya Quebec, empezar a remojar las barbas y buscarse una nueva religión y un nuevo paraíso.
 Pero teniendo siempre en cuenta que "sin tetas no hay paraíso"
SALUDOS

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