sábado, 15 de febrero de 2014

TRECE CADÁVERES MÁS

Y van ...
Los últimos muertos en Ceuta en el intento de acceder a esta ciudad colonial hace pocos días han vuelto a despertar esas voces que, en ambos lados, sólo se oyen cuando suceden desgracias de este tipo.
Trece cadáveres más y la certeza de que no serán los últimos.
¿La culpa? De todos y de nadie.
De todos porque si fuéramos capaces de conseguir que la miseria, la guerra, el odio tribal, la desesperación y tantas otras cosas no siguieran presentes en el continente africano, rico como ninguno pero en manos de cuatro desaprensivos oriundos y cuarenta desaprensivos del primer mundo, el flujo migratorio se podría, si no parar, sí hacerlo manejable de cara a la paulatina recepción en Europa e integración de los desesperados. Pero ¿quién le pone el cascabel al gato?. Y lo mismo se puede decir en América y en Asia, pero lo que nosotros palpamos es lo que tenemos más cercano y eso es África.
De ninguno porque es algo inherente a la propia inmigración forzada y cada parte implicada en la misma recibe un prorrateo de culpabilidad que hace que no se pueda establecer con claridad dónde empieza la culpa y sobre quién o quiénes recae en mayor parte.
Siendo realistas hemos de reconocer que siempre ha existido y siempre existirá. Las migraciones comienzan tras hacerse el hombre sedentario ya que antes todo era un movimiento continuo en busca de las satisfacciones de las necesidades humanas. Cuando en los asentamientos estables comienza a haber problemas, principalmente de desabastecimiento de víveres, bien por aumento de población, bien por descenso en la producción de los mismos, no queda otra que desactivar esa presión moviéndose a otros lugares.
Posteriormente la cosa se complica con las guerras, los odios y todas esas manifestaciones de irracionalidad que los seres humanos somos capaces de desplegar. No obstante, hoy en día aún siguen siendo los motivos económicos los principales impulsores de la migración, tanto en el tercer mundo, como en el segundo y en el primero.
Antiguamente el problema lo era menos. La tierra estaba poco habitada y los desplazados podían irse asentando en lugares nuevos y originando así nuevas comunidades que podrían dar lugar a nuevas sociedades, países y naciones. Pero hoy, toda el área terrestre, sobre todo la productiva, que es la que interesa, está ampliamente poblada (cuando no superpoblada) y los que ya residen en un área determinada intentan poner todas las trabas posibles a aquellos que llegan a "su territorio" y pretenden instalarse en él ya que los perciben como competidores por los recursos existentes que, teóricamente, son limitados
Así cuando estas sociedades más asentadas y desarrolladas se transforman en naciones o países intentan bloquear la entrada a "su territorio" no sólo con impedimentos físicos sino dotándose de una serie de leyes que canalicen, dificulten o, directamente, impidan la entrada de personas foráneas a su espacio vital.
Esto es tan antiguo como el abandono del nomadismo y la asunción de la sedentariedad como modo de vida. Las guerras, todas las guerras, se han hecho siempre para obtener más recursos, llaménse éstos comida, territorio, bienes, mares o simplemente poder. Todo esto se defendía y se intentaba conseguir con la fuerza como única arma. Las leyes migratorias se han elaborado mucho después cuando  la "civilización" ha permeado estas sociedades constituidas ya en naciones o estados y se ha estimado que es mejor legislar sobre el proceso de entrada de extranjeros que liquidarlos directamente.
En cualquier caso el proceso nunca se puede completar porque cuando el hambre empuja no hay leyes ni razones que eviten el movimiento masivo de seres humanos en busca de una oportunidad, de un mundo mejor. Y ¿que se puede hacer entonces en los países a los que se dirigen los emigrantes?
He aquí el problema ya que, en teoría , todo estado o nación tienen el derecho (¿natural o no?) de impedir la entrada en su territorio de gente ajena y para ello emplea todos los medios materiales, personales y legales de los que se ha dotado. Se trata de defender su territorio pero ¿hasta qué punto?.
Pueden elevar las más altas murallas y alambradas, electrificarlas, asentar policías y ejército en toda la extensión de sus fronteras y pueden dotarse de leyes especialmente ágiles para impedir que los que van a entrar o han entrado ilegalmente sean rápidamente repatriados, pero la miseria y el hambre pueden más que todo eso.
Y no hay solución. Yo robaría por dar de comer a mi familia e, incluso, si tuviera que matar creo que lo haría. Cuando no tienes nada eres en un desgraciado pero tienes una cosa a tu favor: que nada tienes que perder salvo la vida y si la vida que llevas es una mierda tampoco duele tanto hacer esa arriesgada apuesta.
Pongamos cuchillas, fosos con caimanes, minas antipersona, leones hambrientos o mercenarios ávidos de sangre, el flujo migratorio seguirá y, como acabará pasando en España, la culpa de los muertos se les achacará a la guardia civil o a la policía cuando en realidad son unos benditos mandados. Comparados con la "migra" estadounidense parecen unos niños de pecho y eso que los estados unidos son los campeones de la democracia (junto a Inglaterra, Francia y todos esos que se las dan, pero que no dudan en solucionar por la vía rápida y con algunos tiros sus problemas).
Las fuerzas de seguridad españolas aún no saben a qué atenerse en casos como el ocurrido en Ceuta porque nadie de entre los políticos tiene cojones de tomar decisiones drásticas y porque la ley de extranjería que tenemos es una puta mierda. Mientras, desde Bruselas (que viene a ser para España como Madrid para los catalanes) nos ponen a parir pero son incapaces, no ya de echar una mano a los paises europeos mediterráneos (básicamente España e Italia) sino de plantearse seriamente algún tipo de solución. Aún no son conscientes de que según el tratado europeo cuando llegan a España o Italia han llegado a Europa. Como a ellos les pilla lejos no se sienten muy afectados ni implicados en esta cuestión.
Si además añadimos que el ministro español de la cuestión (sí, el tontolaba de Fernández Díaz, ingeniero industrial e inspector de trabajo, pero que de temas de interior no tienen ni puta idea) cuando ha hablado sobre este tema no ha sabido ni lo que decía, pues vamos apañados. Veamos lo que dijo a ver si nos aclaramos:
Según el ministro, técnicamente no entraron en nuestro país "porque no rebasaron el control policial". Los agentes podrían haber frenado a los inmigrantes en el mar si hubieran querido pero "para no poner en peligro sus vidas" esperaron que llegaran a tierra y los entregaron a Marruecos. Dadas las características de la frontera ceutí es fácil colarse por el espigón y entrar en la playa del Tarajal. Y aquí viene lo bueno, que estas circunstancias " exigen un concepto operativo de aplicación de la legalidad, distinguiendo entre el concepto geográfico o topográfico de frontera y el concepto jurídico-político, que procede de la exigencia operativa de articular un control eficaz de la frontera y garantizar su impermeabilidad... La geografía cede ante un concepto jurídico-político, que se ha retrotraído a la frontera...No se puede pretender aplicar la ley de la misma forma en Ceuta o en Melilla que en otros lugares...". Muy clarito todo. En resumen que pisaron Ceuta pero no España y éste debería ser el "quid" de la cuestión: si Ceuta y Melilla dejaran de ser ciudades coloniales españolas en África (pues no son otra cosa), el 99% de los problemas se habrían acabado.
Devolvamos Ceuta y Melilla a Marruecos y ahorrémonos problemas y dinero. Además, así estaríamos en disposición de poder reclamar Gibraltar como español, pues al fin y al cabo es parecido o es lo mismo (aunque Faemino y Cansado digan que parecido no es lo mismo).
Si no optamos por esta vía propongo alguna solución  más:
1.- Dirigir las pateras, custodiadas por la guardia civil, además de montar un ferry-patera, para desembarcar a todos los africanos en las playas que se están construyendo por la cara los gibraltareños. Así el problema afectaría más a Europa porque implicaría al Reino Unido. Veríamos como entonces Bruselas tomaría cartas en el asunto.
2.- Hacer lo mismo pero desembarcándolos en Ostende (Bélgica) desde donde en camiones patera, por la autopista europea A-10, tras unos 120 kilómetros  y una hora y poco de viaje podríamos descargarlos en la propia Bruselas.
3.- Matar a todo aquel que quiera entrar ilegalmente en España. Opción totalmente descartada por su bestialidad y porque, aunque se llevara a cabo, no pararía el flujo migratorio hacia nuestro país, ni hacia ningún otro. Recordemos que si no tienes otra cosa que tu mísera vida siempre valdrá la pena apostarla .
4.- Que todos los componentes de las ONGs, los parlamentarios que se quejan y los demás bocachanclas que quieren que el país acoja a todos los emigrantes que lleguen  y/o que pretenden que en esta lucha de un estado contra los que quieren entrar en él por la fuerza no haya "efectos colaterales" (muertos y heridos traducido del idioma yanqui) se los lleven a casa y los integren en sus familias.
Y si no nos vale nada de lo propuesto seguiremos como hasta ahora, es decir,con avalanchas de desesperados en nuestras fronteras africanas, con un ministro que no es más tonto porque no se entrena (o porque lo protege Santa Teresa) y por supuesto, con más heridos y más muertos.
Estos trece cadáveres no serán los últimos.
SALUDOS.


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