Nunca en mi infancia, ni en mi juventud, me planteé ser periodista. Mi obsesión, desde pequeño era ser lo que he sido y aún sigo siendo. No en vano, mi amigo Ángel dice que cura, puta y policía se es para toda la vida. Pero si hubiera sido periodista habría sido como Pedro J., un tocapelotas. De hecho lo soy, pero más modestamente, sin tanta amplitud de difusión. Creo que, estando a gusto con uno mismo, lo que implica asumir taras, defectos y fallos que todo ser humano tiene, una persona se puede dedicar a ver la paja en el ojo ajeno, incluso la viga, sobre todo si los que la tienen se las dan de lo que no son.
En un libro que estoy leyendo ("Las chiripas de la historia" de Gonzalez Ugidos) el autor dice que durante muchos años en la historia el pecado se ha referido "sobre todo a la carne, como si no hubiera un libertinaje, una perversión de mayor hondura, en la política, en el dinero, en la ideología o en el pensamiento. Una prostituta es depreciable porque vende su cuerpo, pero hay políticos o filósofos que venden su cerebro y estragan y destruyen mucho más que una mujer de mala vida. (...) Más honradas son las mujeres que venden carne que los hombres que venden humo". Y vendedores de humo de éstos, los hay a mansalva y hay que sacarlos a la luz, enseñar al mundo sus miserias, mostrar que mienten más que hablan y que no son de fiar (al menos a mí no me gusta tenerlos como amigos).
El periodismo, sobre todo el periodismo de investigación, es un arma increíble contra esta gentuza. En puridad no son delincuentes (aunque muchos sí) por lo que la justicia no siempre puede actuar contra ellos, aparte de que los medios de que disponen la policía, la administración tributaria o la propia justicia no son los idóneos para esta lucha, máxime si tenemos en cuenta que muchas de estas organizaciones están permeadas y son dirigidas no ya por incapaces (véanse los actuales ministros del interior, hacienda o justicia) sino por componentes del colectivo de vendedores de humo.
En muchas películas del oeste salía un sujeto que se paseaba en su carreta ofreciendo de pueblo en pueblo crecepelo, linimentos, curalotodo, pociones para conseguir aquello que se desea y no se tiene (las brujas son precursoras en estos terrenos) que no eran sino ESTAFADORES, iguales a los de la estampita o los billetes tintados, y a muchos que se han sentado en los butacones del congreso español (por no hablar de otros países), o han dirigido grandes empresas o entidades financieras. Los de ahora son igual: prometen lo que la gente quiere oir y nunca cumplen. En el oeste muchos de esos buhoneros acababan emplumados y expulsados a golpes del pueblo, porque la gente no era tonta (¿o sí?), pero en nuestra época siguen ahí, de estafa en estafa, de trile en trile, de timo en timo, y la gente les sigue votando, sigue llevando sus ahorros a sus bancos, siguen contratando servicios con sus empresas, porque la gente es tonta (¿o no?). Por eso, conviene que de vez en cuando, alguien sin cortapisas legalistas pueda tirar del hilo y hacer saltar la liebre, y eso aunque con unas maneras que a veces no he compartido, ha hecho o intentado hacer Pedro J.
Es cierto que sus diarios (D16 y El Mundo) a veces eran tan sensacionalistas que más que preocupar al lector daban risa, pero hay que reconocer que de todos los temas de los que ha tirado ha sacado algo y no ha llegado a más por las trabas y zancadillas que, seguramente, le han interpuesto de continuo. Es lo que tiene ser políticamente incorrecto.
Como a mí la corrección (llamada política pero que abarca todos los ámbitos de nuestra vida) me la pela, estoy totalmente a favor de desnudar todas las miserias de la gente que nos gobierna, política, económica o ideológicamente. Así podremos ser conscientes de cuánto mentecato e inútil hay suelto por las altas esferas del poder nacional e internacional. Lo de Arturo Más nos valdría de ejemplo de lo que un tonto de baba, acompañado de otro más tonto que él (Homs) y de un artista del birlibirloque (Durán) son capaces de hacer, no sólo contra los catalanes, sino contra la totalidad de los españoles.
Y es que ha habido muchas cosas y casos (Filesa, GAL, Roldán, Banca Catalana, Kio, Banesto, Santander, PSV, Bárcenas, UGT-A, ...) que han sido destapados por este tipo de periodista que encarna Pedro J que, independientemente de sus gustos sexuales (también políticamente incorrectos) que estuvieron a punto de costarle muy caro (con la colaboración de personas no ajenas a servicios de información oficiales españoles), ha sabido aguantar el tipo y demostrar que lo que decía no era mentira. De hecho los problemas que han tenido han sido por decir la verdad:"el emperador va desnudo".
Pero llega un momento en que pisas unos callos que no has de pisar. Si la izquierda española tiene como referencia "El País" y la derecha más rancia se inclina por el "ABC" y "La Razón", sólo "El Mundo" podía dar satisfacción a la derecha moderada que dice encarnar el PP. Así que si a este Partido (tan partido ya como el PSOE) no le hace gracia lo que el medio publica, aunque sea cierto, referido, por ejemplo, a la financiación irregular del partido (Bárcenas), a la situación de la infantita y su marido Follarín (perdón, quería decir Urdangarín), al estado babeante del borbón, etc., pues va el partido y agarra por los testículos a quien haga falta en el diario diciéndole, como en el chiste del que va al dentista: "¿verdad que no vamos a hacernos daño?". Y así, el consejo de administración del periódico, que ve como su director gira impulsado por otros vientos (UPyD, Vox, incluso Ciudadanos) le dice: Pedro J. hasta aquí has llegado y le pega una hostia en los morros a la libertad de información.
Es legítimo que una empresa vele por sus intereses. De hecho es lo primero que tiene que hacer, pero esos intereses deben ser lo más claros y puros posibles (cosa harto difícil) y desde luego no estar sometidos nunca a los intereses de otros: el PP, Mariano, la Cospe o su puta madre. Así le hace un flaco favor al periodismo y a la información y, sobre todo, a sus clientes los lectores.
Raúl del Pozo lo ha descrito sucintamente, pero de manera excelente ya que incluso alude, sin aludir, al causante de la defenestración: "... si el perro que trae el periódico en la boca molesta demasiado al perrazo que lleva el BOE en la boca, éste acaba comiéndose al pequeño. O no, que dudará el gallego"
Creo que está bastante claro. Pedro J. seguirá escribiendo los domingos su carta de siempre y quien lo releva es, en principio, de su cuerda aunque quizá menos vehemente. Veremos en qué queda la cosa.
Saludos.
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