martes, 21 de enero de 2014

LA GABARDINA

Me han parecido patéticas y cutres las fotos del presidente francés (Follande) ataviado con una gabardina azul oscura y un casco saliendo del portal del pisito donde quedaba para folgar con su nueva querida. ¡Anda que no canta un tío que sale a la calle con el casco ya puesto y con gabardina...! A lo mejor era difícil saber quién era, pero de lo que no puede caber ninguna duda es de que lo que estuviera haciendo allí no era del todo ético al salir vestido de esa guisa.
De todas maneras, lo que más me preocupa no es que estuviera allí con su novia, querida o lo que sea, ni aunque fuera novio o querido. Lo que más me preocupa, digo, es la falta de "charm", de estilo, casi de dignidad, en un francés (recordemos que París es la meca de la moda) que viste una gabardina de las que toda la vida han lucido, entre otros, los conductores de autobus, los ferroviarios y los bedeles. ¡Azul oscuro!, ¿en qué cabeza cabe...?
La gabardina es un elemento diferenciador en algunas profesiones y/o aficiones (algunas de ellas malsanas), pero la gabardina que se ha utilizado es la de toda la vida, en color beige (a lo mejor en gris claro o camel), entallada con su cinturón, con hombreras, estilosa, vaya.

Gabardinas estilosas han identificado siempre a los espías, a los agentes secretos, a la policia secreta... Ahí tenemos el ejemplo de los inspectores Gadget y Clouseau (en dibujo o en Peter Sellers), por no salir de Francia, tan elegantes, airosas, distinguidas y tan características en personas cuyo fin es pasar desapercibidos. Hasta James Bond, e incluso Amedo, usaron una de estas gabardinas (Tambien Colombo, pero éste es un caso aparte).
Bien es cierto que hay otros gremios que tambien las usan, pero para nada con ese estilo. Por ejemplo, los exhibicionistas varones suelen llevarla (aunque algunos son más de llevar abrigo), pero el saber que debajo de la gabardina no hay sino unas perneras de pantalones que les llegan un poco más arriba de las rodillas y que llevan el colgajo suelto, hace que no luzcan tanto y que pierdan el encanto que la prenda tiene en sí. Del uso de la gabardina que hace este personal trastornado no os adjunto fotos porque no he encontrado ninguna que valiera el pene, digo, la pena.

Pero las auténticas y las más populares (que no estilosas) han sido, son y serán las gabardinas de los Albertos.
Os acordaréis de ellos: eran dos primos (entre sí), Alberto Cortina y Alberto Alcocer, que pegaron el braguetazo con las hermanas Koplowitz y de ahí saltaron a la fama. Despues de lios de faldas y amores (como Follande) entre los cuales destaca un lío de Cortina con Marta Chávarri (que por cierto, en plan exhibicionista, salió en una foto sin bragas en el Interviú), ahora están separados de las hermanas, pero siguen siendo ricos, poderosos y abonados al papel cuche y al papel timbrado de la administración de justicia.
Ambos protagonizaron (y aún siguen) el caso Urbanor, un pelotazo estafa que les hizo aún más ricos de lo que salieron tras sus divorcios.
Inciso: buscando en la web por palabras "las gabardinas de los albertos" me ha salido la siguiente foto:







El relato de los hechos es, mas o menos,  el siguiente:

Urbanor es la sociedad que construyó las torres Kio de la Plaza de Castilla, en Madrid, tambien conocidas como Puerta de Europa, construcción que dio origen al "Caso Urbanor", considerado como uno de los mayores escándalos económicos de los años 80 y 90 en España.
Urbanor se convirtió en un caso judicial extraordinario cuando los querellantes, básicamente accionistas minoritarios de la empresa, encabezados por el arquitecto Sentieri y el constructor San Martín, denunciaron a sus ex socios, los Albertos, por estafa y falsificación de documento privado: mediante la falsificación de unos documentos modificaron los precios del suelo quedándose con la diferencia y perjudicando a los minoritarios. El fraude se cifraba en más de 4.000 millones de pesetas (unos 25 millones de euros). 
El juicio comenzó en 1998 en la Audiencia de Madrid, que absolvió a los Albertos en 2000 por prescripción de los delitos. Los hechos ocurrieron en 1988 y la querella se presentó en 1993, siendo el plazo de prescripción de los delitos denunciados de 5 años (es decir, si transcurridos cinco años desde la comisión no se ha abierto investigación judicial, el delito prescribe -caduca). La querella se presentó dentro de plazo, aunque por escasos días, pero no se aceptó a trámite por el juzgado hasta pasado un tiempo. La cuestión era si el plazo se interrumpía por la presentación de la querella o por la admisión a trámite, y la Audiencia optó por la segunda opción en contra del criterio del Fiscal que estaba por la primera opción (como debe hacer un fiscal y no como el robaperas del caso Noos Pedro Horrach). Total que la fiscalía recurrió y en 2003 el Supremo les condena  a tres años y cuatro meses y a una indemnización de 24,4 millones de euros. Solicitaron el indulto y se les denegó (qué raro), por lo que recurrieron al Cosntitucional (el Tribunál más politicamente politizado de España, de Europa y del Mundo mundial) que vuelve a anular la condena por prescripción de los delitos. Y así quedó todo. Pero en 2009 un juzgado de Madrid, por vía civil, les obliga a pagar casi 11 millones a San Martín, fallo confirmado en apelación y por ello firme: si a ello se añaden los intereses, la indemnización rondará los 25 millones de euros. 
En paralelo la Audiencia les condenó, en 2009, a cuatro meses de prisión por utilizar un documento falso (otra vez) para intentar que el Supremo revisara la condena por el caso principal. El supremo confirmó esta condena. 
Tambien se está a la espera de otro fallo, por vía civil, previsiblemente adverso y por una cuantía superior a los 25 millones de euros, a resultas de una demanda del Grupo Astore en relación al tema Urbanor.

Y estos son los Albertos, unos delincuentes, chorizos, chulos, prepotentes, estafadores y mil cosas más, que han conseguido desvirtuar, mediante su continuo uso en las década de los 90, la prenda de la que hoy hemos hablado: la gabardina.
 
 
ANEXO FUTBOLERO:

Dice Federico Jiménez Losantos que este año el balón de oro ha ido para el mejor. Y miente como un bellaco. Ni Cristiano ni Messi serán nunca los mejores.
Cristiano lo despreció cuando no se lo dieron (en alguna ocasión ni llegó a asistir a la gala de entrega) y ahora que se lo dan llora, ¡será gilipollas! (Es clavado a su paisano Mourinho).
Dice Federico que "como en los Oscar, la emoción pudo al artista y la estrella madridista no pudo recitar el discurso preparado (debía ser el discurso de que le tiemnen envidia y manía porque soy  rico y guapo...) ... todos vieron al muchacho pobre de Madeira acordarse de los suyos, de su titánica lucha por ser lo que es, el mejor. Y comprobaron que los dioses tambien  lloran".

Yo no vi la gala, porque para ver mamarrachos ya me basta con Arturo Mas, Rajoy, Rubalcaba y compañía, pero estoy seguro de que Federico se ha pasado muchos pueblos. Cristiano no es nada de lo que dice y menos un dios (y Messi seguramente mucho menos). Cristiano es un tío chulo e impresentable que tiene el don de dar bien patadas a una pelota por lo cual otros, más gilipollas que él, le pagan muchos millones. Aunque lo más grave es que muchos de esos millones que cobra los estamos pagando gente que piensa que el mejor futbolista debería ser cojo y cobrar mil euros al mes de fijo y, si acaso, incentivos. De esta manera se evitarían situaciones como las protagonizadas por el otro candidato del fútbol español (bueno no sé si el Barsa es del fútbol español) que parece haber defraudado a Hacienda un chorro de millones (él, su padre o su contable, pero el beneficiado es Messi).
La FIFA, Federico, es igual de corrupta aunque le den el premio a Cristiano tras unos años de abuso total por parte de Messi, porque si no fuera corrupta habría ganado Ribery.

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