jueves, 15 de mayo de 2014

¿VOTAR O NO VOTAR? ESA ES LA CUESTIÓN

Ya lo dijo Shakespeare hace cuatrocientos años, aunque utilizando otro verbo, y en esto consiste gran parte de la existencia humana, en la duda, en el planteamiento de cuestiones contrapuestas para valorar, en función de nuestros propios intereses, qué decisión tomar.
Yo voy a votar y los que me leéis podéis intuir quién NO se va a llevar mi voto. Y a esta decisión he llegado a través de unos razonamientos relativamente sencillos.
Según los últimos sondeos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicados la semana pasada, no llegaba al 20% de los encuestados los que sabían que el día 25 de mayo hay elecciones al Parlamento europeo. Yo formo parte de ese escaso 20%. Las cifras de abstención que se barajan pueden llegar o sobrepasar el 60%, y del 40 % de ciudadanos que va a votar el PP obtendría alrededor de un 30-32 % y el PSOE algo menos del 30%, lo que conllevaría que por primera vez desde que se instauró la "democracia" en la que dicen que vivimos, los dos partidos mayoritarios, en conjunto, podrían sumar menos del 60% de los votos y se encontrarían en lo que los entendidos llaman "empate técnico".
En cifras se traduce así: Unos 36 millones de personas tienen derecho a voto. Si sólo vota el 40% serían algo menos de 15 millones, pero redondearemos. Si el bipartidismo concentra el 60% de esos votos, resulta que PP y PSOE, en conjunto, tendrían unos 9 millones de votos de los que, pongamos, al PP irían 4'75 millones y al PSOE 4'25 millones. Es decir, que, gane quien gane, lo va a hacer con algo más del 12% de apoyo del total de los electores españoles. Eso, en cualquier otra circunstancia, se llamaría "victoria pírrica": aquella que se consigue con tantas pérdidas en el bando vencedor de modo que aún tal victoria puede terminar siendo desfavorable para dicho bando. Su nombre se debe a Pirro, rey de Épiro quien logró una victoria sobre los romanos con el costo de miles de sus hombres y al contemplar el resultado de la batalla, dijo "Otra victoria como ésta y volveré solo a casa".
De todas maneras, conociendo las mentiras que subyacen a las estadísticas, podemos recordar a sir Winston Churchill, quien decía que los sondeos y las estadísticas son como un biquini porque no es tan importante lo que muestran como lo que ocultan.
¡Ah!, pero en el caso de la política nacional, donde la autocrítica es palabra desconocida, todo será fiesta y triunfo para cada uno de los partidos participantes, porque todos ganan siempre. Para unos será una estupenda victoria sobre el resto de rivales aunque sea por un  sólo voto; para otros, un indicador de que las cosas están cambiando porque, a pesar de perder votos se acerca a su competidor; y  para los más pequeños, todo será un éxito porque romperán, aunque temporal mente y de manera poco estable, con el denostado bipartidismo. ¡Esta es la democracia española!
No quieren ser conscientes de que las elecciones en la política, y en casi todos los asuntos de la vida, son, según la Teoría de los juegos, un "juego de suma cero" (En los juegos de suma cero el beneficio total para todos los jugadores del juego, en cada combinación de estrategias, siempre suma cero,en otras palabras, un jugador se beneficia solamente a expensas de otros, lo que uno gana lo pierde otro y viceversa). Esto quiere decir que, siendo fijo, como es, el número de escaños que se eligen en España (54) no es posible que todos ganen, porque si así fuera significaría que todos han obtenido más escaños de los que tenían y eso superaría con creces la cifra de los 54. En resumen, que el escaño que ganas se lo quitas a otro y el que pierdes te lo quita otro, porque no hay más que 54 a repartir entre todos.
Aún así, me remito a las noticias en los medios al día siguiente de la votación: todos habrán ganado y es que no hay mejor sordo que el que no quiere oír. Nada cambiará. Ellos, los políticos seguirán a su bola, rompiendo lazos con los ciudadanos que los votaron y hasta 2019, que hay nuevas elecciones europeas. Los elegidos, que nunca sabremos con exactitud a qué coño se dedican, cobrarán más de 10.000 euros al mes por trabajar, dicen ellos, de lunes a jueves, con gastos de desplazamiento pagados, así como asesores y secretarias/os.
La única ventaja que yo veo en estas elecciones es que perderemos de vista a Elena Valenciano, lameculos de Rubalcaba (podían haber metido en el mismo lote a la Soraya socialista).
Argumentos para no votar hay muchísimos pero podrían resumirse en uno sólo: mucho dinero para unos cuantos vividores por no hacer nada.

Yo, sin embargo, estoy por votar. Siempre me han gustado las minorías y, por eso, como ya comenté en un "blog" anterior, nunca mis elegidos han tocado pelo en el poder. Estoy en la minoría de los que saben cuándo y para qué son las elecciones europeas y también en la minoría de los que van a votar porque resulta que en las elecciones europeas todos los votos valen por igual, es decir, que no pasa como en las nacionales (donde un voto de un residente en Soria vale por más de veinte en Madrid), o en las autonómicas (donde un voto en Menorca o Ibiza equivalen a siete en Mallorca), o en las municipales (donde los partidos que no consiguen un porcentaje mínimo de votos -entre 3-5%-  no tienen opción de formar parte de los consistorios). Además, como la circunscripción electoral es única (toda España) puedes votar a un espectro mucho más amplio de partidos o coaliciones y, de esa manera, tu voto tiene muchas menos probabilidades de ir directamente a la basura o papelera de reciclaje, como se dice ahora, aunque votes a un partido pequeño.
  Así, por ejemplo, puede haber hijosdeputa en Andalucía que voten a los filoetarras (ha habido muchos casos), incluso un extremeño puede votar a CiU o ERC a ver si a través del parlamento europeo consiguen la independencia catalana y dejan de tocar los cojones. Las opciones son mucho más variadas y los partidos pequeños, al ser la circunscripción nacional, tienen más oportunidades de lograr representación mediante granitos de arena depositados a lo largo y ancho de la geografía española. También me motiva a votar el que, por fín, han cambiado de localización mi colegio electoral de toda la vida: un lugar cochambroso y tétrico al que daba miedo acercarse y más miedo entrar. Ahora es el lugar de trabajo de mi cuñada y así lo conozco.
Los entendidos dicen que los ciudadanos no votan porque sólo les interesa mantener su nivel de vida y que a los partidos no les preocupa la abstención porque su único objetivo es conservar sus cargos y defender sus ideologías frente a los partidos opositores. En esa tesitura, en la que únicamente se busca ganar al contrario aunque sólo sea por un voto, nadie asume la tarea de preguntarse por qué más de la mitad de los electores pasan de ir a votar el día en que se decide el futuro de Europa por cinco años.

De todas maneras os digo una cosa, si hace buen día y estáis resacosos porque el Atleti ha ganado la Champions, tampoco importa que os molestéis mucho porque, al final y mientras no lo remediemos, ganan los de siempre y no es como en las películas que siempre ganan los buenos...

SALUDOS.

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