Como ejemplo, en un diario de tirada nacional, al día siguiente de su muerte, se le dedicaron quince páginas en las que los más destacados personajes del periodismo, la economía y la política españolas loaron todos los aspectos de su vida. Sólo en un artículo semiescondido pude encontrar un reflejo de lo en realidad era la familia Botín: miles de millones de euros ocultos en paraísos fiscales por los que hubieron de pagar, en la última regularización fiscal de Montontoro, 200 millones porque sólo se podía cobrar desde 2005 al estar los anteriores ejercicios prescritos. Mientras, tanto él como su hermano Jaime (de Bankinter) iban dando lecciones de etica y moral económica y política y dándose golpes de pecho como auténticos fariseos que son.
Porque el tema es que, con la condena, Sáenz debía abandonar la banca pues el código de buena conducta de los banqueros y del Banco de España no permite su ejercicio a personas con antecedentes penales y aunque el indulto exime de cumplir la pena, los antecedentes penales permanecen. Zapatero, cuando su gobierno ya estaba en funciones, concedió el indultó a Sáenz tratando de evitar su inhabilitación como banquero, pero el Supremo anuló esa triquiñuela. Nada más estrenarse el gobierno del PP procedió a una modificación legal en la ley del indulto que permitió, finalmente, que Sáenz no fuera inhabilitado. Sólo el peso de la opinión pública evitó que el banquero volviera a ejercer. Eso sí, salió del banco Santander con una pensión de ¡88,7! millones de euros..
Dice el periodista que de todos los envites que Botín tuvo con la Justicia (que fueron múchos y sonados) salió impune. Casualidades de la vida de un ciudadano ejemplar, que dirían muchos lameculos.
"Es muy célebre la cita de Chesterton según la cual «el periodismo consiste esencialmente en decir Lord Jones ha muerto a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo». Los medios de comunicación españoles han cumplido esta semana con creces esta función que Chesterton le atribuía al periodismo. Me han informado de que ha muerto una persona que yo no sabía que existía. Entiéndaseme. Yo sí sabía que Emilio Botín estaba vivo y que era muy rico y muy poderoso. Pero los ríos de tinta escritos por periodistas, popes de los medios, banqueros, políticos, intelectuales, profesores y empresarios me han abierto los ojos. Yo conocía al Botín falso. El verdadero era otro. El verdadero era un revolucionario, un benefactor, un genio, un filántropo, un mecenas, un hombre de Estado, un gigante de humanidad, una persona generosa, un amigo leal, un banquero estelar, un visionario, un auténtico líder desprendido que limpiaba el polvo del despacho, prudente al mismo tiempo que audaz, un español universal, un misericordioso presidente de banco, un hombre al que no le interesaba el dinero. Esto último parece un poco raro, pero hemos de darle credibilidad porque la fuente informante es inmejorable: su hermano, Jaime Botín.
Aunque como dijo Rubalcaba en España enterramos muy bien, en este caso hemos enterrado de forma superlativa. Cuando muere alguien importante, los ramos de flores ocupan varios coches en el duelo. Los elogios que se han acumulado sobre el ataúd de Emilio Botín dan para cubrir varios circuitos completos de su Fórmula 1.
Los listos -que siempre los hay sobre todo en España- vinculan directamente esos elogios a la circunstancia de que el banco de Botín sea el que financia a importantes medios de comunicación. Pero eso es una bobada demasiado mundana para explicar el entusiasmo, el fervor, el misticismo, la devoción y la pasión de las piezas fúnebres de nuestro primer banquero. Una cosa es mostrarle respeto a la hora de su muerte a todas las personas que contribuyen a que te paguen el sueldo y otra ascenderles a los altares. Así que debo pensar que su Emilio Botín estaba vivo sin que yo lo supiera. Y pido disculpas por haberlo confundido con un banquero que evadió dinero a Suiza y tuvo que pagar 200 millones de multa. Lo que es la ignorancia."
SALUDOS.
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