martes, 7 de octubre de 2014

DE NUEVO AL ATAQUE (II): MURIÓ BOTIN

Pues seguimos con nuestras cosas. Pendientes de la imputación de Cristinita (Kit), aunque es un tema ya tan manido que cuando quieran decidir sobre ello a la gente no le extrañará que la libren del banquillo, pues seguro que así será. Total que Urdanga (Kat) o, como dice Jimenez Losantos cuando habla de las dinastías impunes, el "talonmanista" se comerá el marrón y pasará de duque en-palma-do a en-carcela-do. Y la familia en Suiza, muy bien gracias a dios y al rey abdicado, esperará el regreso del padre pródigo tras el cumplimiento de unos cuantos meses en el talego. Y tras haber condenado a la infantita a una leve pena de paseillo: colorín colorado este cuento se ha acabado.

A otro que se le ha acabado el cuento es a mi gran "amigo" Emilio Botín. Además se le acabó así, de repente, sin avisar ni nada y por eso constituyó una gran sorpresa a nivel casero e internacional, pero esa sorpresa no fue óbice para que, al menos en los medios de comunicación españoles, se cantaran sus bondades, su dedicación a la economía española y mundial, su patriotismo, su gran capacidad de trabajo, su visión financiera, su perfil de amante esposo y padre de sus hijos,.., dedicando más papel y tiempo del que en realidad se merecería un pirata como él.

Como ejemplo, en un diario de tirada nacional, al día siguiente de su muerte, se le dedicaron quince páginas en las que los más destacados personajes del periodismo, la economía y la política españolas loaron todos los aspectos de su vida. Sólo en un artículo semiescondido pude encontrar un reflejo de lo en realidad era la familia Botín: miles de millones de euros ocultos en paraísos fiscales por los que hubieron de pagar, en la última regularización fiscal de Montontoro, 200 millones porque sólo se podía cobrar desde 2005 al estar los anteriores ejercicios prescritos. Mientras, tanto él como su hermano Jaime (de Bankinter) iban dando lecciones de etica y moral económica y política y dándose golpes de pecho como auténticos fariseos que son.
Además en ese artículo tambien se mencionaban dos historietas judiciales relacionadas con "don" Emilio. Una es la relacionada con un más que presunto delito económico y fiscal derivado de las llamadas "cesiones de crédito", que vendría a ser algo así como las preferentes actuales, pero más sofisticadas y destinadas a "gente con posibles" para evitar ser castigados excesivamente por Hacienda. Resulta que el caso llegó al Supremo y allí, los jueces "nada politizados" que lo componen, apoyándose en la Fiscalía y la Abogacía del estado que, ¡oh, casualidad!, son manejados astutamente por el poder político, decidieron (después de quince años de instrucción y de que la juez instructora apreciara indicios de nada menos que 38 delitos fscales) que la acusación popular no era suficiente para sentar a Botín en el banquillo, creando así una doctrina que se ha denominado "doctrina Botín" y que, presumiblemente, se va a aplicar tambien a la infantita. Como dice el periodista: "hay que ser muy poderoso para que tu apellido bautice una doctrina del Alto Tribunal establecida ad hoc", es decir exclusivamente para el caso concreto.
Alguno de los jueces del Supremo, cinco concretamente, discreparon de esa resolución del tribunal llegando incluso a afirmar que: "lo que ni los largos periodos de falta de libertades que se han sucedido, para nuestra desgracia, en España, desde 1882, consiguieron (...) va a producirse como efecto de esta sentencia". Se cargaron una figura o institución, "la acción popular" recogida en nuestras leyes penales desde hace casi 150 años, de tal manera que segun esta doctrina, si la fiscalía o los perjudicados no acusan, no hay nada que hacer.
Para colmo queda también salpicado por el caso de Alfredo Sáenz, su mano derecha en el Santander, que fue condenado a cárcel en última instancia por falsificación y estafa y finalmente indultado entre los gobiernos de Zapatero y Rajoy. La salpicadura de Botín es doble ya que no se puede ni suponer que Sáenz hiciera algo sin que él lo supiera y/o autorizara, con lo cual sería el responsable último de ese delito; por otra parte, la mano negra de Botin fue la que "obligó" a dos gobiernos de signo bien distinto a conceder el indulto a Sáenz, decisión que fue considerada por muchos entendidos como insólita.

Porque el tema es que, con la condena, Sáenz debía abandonar la banca pues el código de buena conducta de los banqueros y del Banco de España no permite su ejercicio a personas con antecedentes penales y aunque el indulto exime de cumplir la pena, los antecedentes penales permanecen. Zapatero, cuando su gobierno ya estaba en funciones, concedió el indultó a Sáenz tratando de evitar su inhabilitación como banquero, pero el Supremo anuló esa triquiñuela. Nada más estrenarse el gobierno del PP procedió a una modificación legal en la ley del indulto que permitió, finalmente, que Sáenz no fuera inhabilitado. Sólo el peso de la opinión pública evitó que el banquero volviera a ejercer. Eso sí, salió del banco Santander con una pensión de ¡88,7! millones de euros..
Dice el periodista que de todos los envites que Botín tuvo con la Justicia (que fueron múchos y sonados) salió impune. Casualidades de la vida de un ciudadano ejemplar, que dirían muchos lameculos.

Y finalizo mi panegírico de Botín, a quien el diablo mantenga eternamente con él, adjuntando un artículo de opinión de la periodista Lucía Méndez, titulado "Lord Jones y Emilio Botín", que resume muy bien todo lo que a mi me ha costado tanto explicar:

"Es muy célebre la cita de Chesterton según la cual «el periodismo consiste esencialmente en decir Lord Jones ha muerto a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo». Los medios de comunicación españoles han cumplido esta semana con creces esta función que Chesterton le atribuía al periodismo. Me han informado de que ha muerto una persona que yo no sabía que existía. Entiéndaseme. Yo sí sabía que Emilio Botín estaba vivo y que era muy rico y muy poderoso. Pero los ríos de tinta escritos por periodistas, popes de los medios, banqueros, políticos, intelectuales, profesores y empresarios me han abierto los ojos. Yo conocía al Botín falso. El verdadero era otro. El verdadero era un revolucionario, un benefactor, un genio, un filántropo, un mecenas, un hombre de Estado, un gigante de humanidad, una persona generosa, un amigo leal, un banquero estelar, un visionario, un auténtico líder desprendido que limpiaba el polvo del despacho, prudente al mismo tiempo que audaz, un español universal, un misericordioso presidente de banco, un hombre al que no le interesaba el dinero. Esto último parece un poco raro, pero hemos de darle credibilidad porque la fuente informante es inmejorable: su hermano, Jaime Botín.
Aunque como dijo Rubalcaba en España enterramos muy bien, en este caso hemos enterrado de forma superlativa. Cuando muere alguien importante, los ramos de flores ocupan varios coches en el duelo. Los elogios que se han acumulado sobre el ataúd de Emilio Botín dan para cubrir varios circuitos completos de su Fórmula 1.
Los listos -que siempre los hay sobre todo en España- vinculan directamente esos elogios a la circunstancia de que el banco de Botín sea el que financia a importantes medios de comunicación. Pero eso es una bobada demasiado mundana para explicar el entusiasmo, el fervor, el misticismo, la devoción y la pasión de las piezas fúnebres de nuestro primer banquero. Una cosa es mostrarle respeto a la hora de su muerte a todas las personas que contribuyen a que te paguen el sueldo y otra ascenderles a los altares. Así que debo pensar que su Emilio Botín estaba vivo sin que yo lo supiera. Y pido disculpas por haberlo confundido con un banquero que evadió dinero a Suiza y tuvo que pagar 200 millones de multa. Lo que es la ignorancia."

SALUDOS.

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