ESTAFADORES EN CAMPAÑA

Ayer leí un frase de mi querido y admirado Francisco de Quevedo y Villegas, uno de los principales escritores del Siglo de Oro español, que nació en Madrid, como yo, y murió en Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), un pueblo precioso que os recomiendo visitar si estáis por la zona, donde podréis admirar otros pueblos y paisajes como Almagro, Daimiel, Manzanares.... La sentencia en cuestión dice: "Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir".
Otra sentencia famosa suya es la que reza: "En tanto en Cataluña quedase un solo catalán, y piedras en los campos desiertos, hemos de tener enemigos y guerra". Esta última no es de aplicación para el tema de hoy o, por lo menos, no del todo, pero os la cito para que veáis que los catalanes tocan los huevos desde hace más de cuatro siglos.
La RAE dice en su diccionario que estafar es "cometer algún delito que se caracteriza por el lucro como fin y el engaño o abuso de confianza como medio". El Código penal español, en su artículo 248.1 dice que "cometen estafa los que, con ánimo de lucro, utilizan engaño bastante para producir error en otro, induciéndole a realizar un acto de disposición en perjuicio propio o ajeno".
En realidad ambas definiciones vienen caracterizadas por tres elementos: que haya un ánimo de lucrarse o sacar beneficio para el que estafa; que haya engaño o cualquier otro ardid que produzca error en el estafado y que exista una disposición, en el sentido de entrega de algo de valor, que produzca perjuicio, bien al estafado, bien a una tercera persona. Además, se sobreentiende que cuando se habla de lucro y disposición se está hablando en términos económicos, es decir, cuantificables económicamente, en dinero contante y sonante.
Analizando las campañas de TODOS los partidos políticos podríamos concluir que TODOS nos están estafando si no valoramos el lucro y la disposición en términos monetarios. Incluso valorándolos así también podríamos decir que nos estafan aunque no pueda considerarse un delito.
TODOS prometen el oro y el moro, pero su único objetivo es "prometer hasta meter...", como os expliqué en un anterior blog, porque NINGUNO cumple lo que promete y quien más promete menos cumple, como dice Quevedo.
TODOS los partidos buscan un lucro (entendido, según definición de la RAE, como "ganancia o provecho que se saca de algo"), de eso no hay ninguna duda. Buscan que sus candidatos ocupen el mayor número de puestos posibles en los órganos representativos para los que se vota. Eso da varias cosas: poder, capacidad de influencia en política a todos los niveles, cierto prestigio y, también, mucho dinero. "Papá Estado" paga a los partidos por el número de escaños obtenidos y por el número de votos conseguidos (siempre que se haya obtenido algún escaño), además de los suculentos sueldos, dietas y otros gastos a los que acceden los elegidos, sueldos que, por cierto, se fijan ellos mismos, único momento en que suele ponerse de acuerdo TODOS los partidos independientemente de su color. No entro en las "prebendas" (léase comisiones) que puede implicar el tener poder de decisión en el área que mayor presupuesto maneja, por ejemplo, urbanismo o fomento. Total que, aunque dicen que lo hacen por servir al pueblo y a sus votantes, existe de antemano un ánimo de obtener ganancias o provechos, aunque sólo sea para pagar las costosas campañas electorales en las que se embarcan. Para esas campañas suelen pedir créditos que, por la gracia divina, son condonados por las principales entidades de crédito españolas a alguna de las cuales todos hemos colaborado a rescatar. Hablo, por ejemplo, de los grandes partidos: PP, PSOE, CiU y seguro que alguno más. Son partidos que tienen muchas opciones de llegar al poder y de chalanear el abono del importe de los créditos obtenidos por otra serie de cuestiones o favores a las entidades que le los concedieron (La Caixa, Bankia, Santander,...). Los partidos pequeños lo tienen más crudo y son los únicos que se ven abocados a devolver hasta el último céntimo del préstamo.
Vemos, pues, que existe "ánimo de lucro" y que, incluso, puede ser cuantificado económica y monetariamente, así que vamos a ver si hay engaño o abuso de confianza y para ello no voy a necesitar explayarme en exceso.
Si dicen que van a bajar los impuestos y realmente los suben; si dicen que van a ofrecer transparencia y todo sigue opaco; si dicen que no caben presuntos delincuentes en los partidos y ahí siguen; si dicen que van a mejorar la calidad educativa y cada día hay más fracaso escolar y menos sapiencia; si dicen que arreglaran las listas de espera en sanidad y te llaman para operarte después de muerto (y encima le dan la bronca a la familia por no avisar de que has muerto porque tu cita se la podrían haber dado a otra persona, caso verídico en Baleares); si te dicen que van a mejorar la limpieza y no puedes salir a la calle sin pisar la mierda de un puto perro que su puto(a) amo(a) le ha dejado hacer y no ha recogido; si....; en fín que no hay que ser muy listo para ver que mienten descaradamente. Aunque con alguna dificultad, incluso los independentistas catalanes y vascos lo entienden, así que no voy a seguir gastándome en demostrar que hay engaño suficiente como para producir error o un abuso de confianza que predisponga a hacer una disposición en perjuicio de uno mismo o de un tercero.
Técnicamente, "disponer" es ejercitar sobre algo facultades de dominio, enajenarlo o gravarlo (de gravamen, no de grabar) lo que implicaría deshacerse o gastar algo valioso que se posee. En el tipo penal de la estafa se debe entender que esa disposición se refiere a cosas, objetos tangibles que tienen cierto valor y, por supuesto y primordialmente, al dinero en sí mismo. En el caso de las campañas electorales esa disposición se produce el mismo día de las elecciones, aunque también podría considerarse que puede producirse durante la propia campaña.
Si el adagio de "el tiempo es oro" es cierto, que lo es, los tres requisitos de la estafa estarían cumplidos. El tiempo es ciertamente oro, o más que oro, y si no que se lo pregunten a aquellos que persiguen perpetuarse en un cargo o en la propia vida. Que se lo pregunten a Fausto (el de Goethe) o a tantos otros que, como él, estarían dispuestos a empeñar el alma por conseguir la eterna juventud o la inmortalidad. El tiempo tiene un precio y es más o menos valioso en función de cada persona y sus circunstancias, pero lo que está claro es que perder dos horas de una mañana de domingo soleado del mes de mayo en ir a depositar una papeleta a una urna de donde van a salir los que, quieras o no, te van a putear durante cuatro años es una pérdida soberana de tiempo y por lo tanto de dinero. Lo podrías emplear en irte con tu pareja a tomar un café, en irte antes a la playa, en disfrutarlo con tu familia o, simplemente, en dormir.
Bien es cierto que el que va a votar es porque quiere, pero mientras unos son conscientes de que están siendo siendo víctimas de un engaño por parte de TODOS Y CADA UNO de los partidos políticos con lo cual no podrían considerarse estafado al tener conocimiento previo del engaño y asumirlo, otros, los que van a votar de buena fe si que son víctimas de estafa porque creen en las utópicas promesas que lanzan TODOS los partidos para atrapar incautos, y son seducidos en  la creencia absoluta de que esas promesas son irrenunciables.
El primer caso es el que sucede a la mayoría de los votantes. Votan a unos que mienten porque creen que los otros mienten más o simplemente porque les atraen más las mentiras de un partido que de otro. Total -piensan- puestos a ser engañados que nos engañen los nuestros. Son (somos) borregos miedosos que temen salir de lo ya conocido, que temen arriesgarse a que otros implanten sus mentiras y votan, muchas veces, con el estómago más que con el corazón o el cerebro. No es un fenómeno típico español, pero aquí se da más porque siempre hemos tratado de identificarnos no por nosotros mismos sino más bien en contraposición a los demás y la envidia es la enfermedad de espíritu nacional.
Cuentan que en la edad media española un señor feudal reunió a dos siervos que estaban constantemente peleándose y, para solucionar de una vez por todas el conflicto, le dijo a uno de ellos que le pidiera lo que quisiera que se lo otorgaría, pero con la condición de que a su rival le daría el doble. El primero, en lugar de pedir algo que le sacara de la pobreza, aunque beneficiara más a su contrincante, pidió que le sacaran un ojo con lo cual a su rival tendrían que sacarle los dos. Así es España y así son sus habitantes desde tiempo inmemorial. Los catalanes también.
El caso del votante de buena fe es digno de ser estudiado por los más experimentados analistas de la "psique", porque si a estas alturas del siglo XXI uno aún sigue pensando que los Reyes Magos y el ratoncito Pérez existen, es que está mal de la bola. Pero tampoco es de extrañar en un país donde las estadísticas dicen que el 25% de la población, es decir, más de 11 millones de personas, creen a ciencia cierta que el sol gira alrededor de la tierra. ¡Ay si Copérnico, Tycho Brahe, Kepler y Galileo levantaran la cabeza!.
Este tipo de votante se constituye en el caladero principal de los partidos en liza hasta el punto de que muchos líderes se ponen a su altura para acercarse más a ellos, por ejemplo, Pdr Snchz que en el pleno del congreso se dirige a los "miembros y miembras". Éste sí que está tonto, sin duda, porque si nos ponemos así los hombres deberíamos tener "piernos" en lugar de piernas y las "mujeras" tendrían "manas" en lugar de manos, por no hablar del "pollo" o la "coneja" en el terreno sexual.
Este tipo de votante si que podría considerarse estafado pero dadas su cortas entendederas dudo que sea consciente de ello. Como ya os expliqué en blogs anteriores la estafa, en todas sus modalidades, convierte al presunto listo (listillo, más bien) en tonto, en "primo", mientras que el presunto tonto es realmente el listo de la historia, y donde pone listillo léase votante y donde pone presunto tonto léase candidato.
Ayer, al respecto de estos votantes, leí que en un mitin de Podemos que protagonizaba Iñigo Errejón, un sujeto que asistía al mismo le gritó algo así como lo que le gritan a Rafa Nadal: "¡Vamos Pablo!". Errejón quedó sorprendido porque Pablo Iglesias no estaba ni siquiera presente pero, siendo inteligente como es, reaccionó muy bien diciendo algo así como "ya le haré llegar los ánimos". Francamente preocupante la anécdota, ¿no? No solo porque uno va a un mitin y no sabe ni quien lo da, sino porque Podemos está dispuesto, muy dispuesto, a recoger votos de gente de esta capacidad intelectual. Por cierto que, según leo, "el coletas" ya no da tanto miedo en los foros internacionales, es como si se hubiera integrado ya en nuestra vida cotidiana, hasta el punto de que en el mundillo anglosajón ya se refieren a él como "the ponytail", que en puridad significa el cola de caballo, es decir, "el coletas".
Hoy, por cierto, me he enterado que la palabra "candidato" viene de cándido -limpio, blanco- y que equivale a persona que se deja engañar porque en Roma, los que aspiraban a los cargos públicos se vestían con togas blancas para indicar su pureza y honestidad. vemos pues que con el paso del tiempo se ha pervertido totalmente el significado original de la palabra, aunque algunos aún no lo crean. Cándidos parecían los de Podemos y los trapos sucios ya están saliendo; cándido parecía Albert Rivera y más que que eso está resultando ser un poco "bocachancla", bocazas para entendernos cuando viene a decir que sólo los nacidos en democracia pueden regenerarla, lo que supondría jubilar políticamente a todos aquellos mayores de 40 años. Deben ser cosas de principiante porque si no, vamos dados.
También me he enterado recientemente de que todo candidato que figure en una lista electoral tiene derecho a un permiso retribuido en el trabajo de ¡15 DÍAS!. Es acojonante, porque alguno que figura el último en las listas de un partido de "chichinabo" está pidiendo sus días libres. Sólo hace falta multiplicar, una vez sabido el número de candidatos que se presentan a estas elecciones en toda España, por , repito, ¡15 DÍAS! para obtener el gran número de horas que se podrían perder para estas tonterías. Si tenemos en cuenta que en los partidos pequeños hay personas que aparecen a la vez en las listas autonómicas y municipales (o a consells o cabildos insulares) ¿estos tienen derecho a tantos periodos de 15 días como listas en que aparezcan?.
Podríamos hablar también de los gastos en papel, imprenta y servicio de correos para entregar a los censados los sobres propagandísticos de TODOS los partidos y que, en la inmensa mayoría de los casos, se van directamente al reciclaje. Pero el gasto debe sumar una barbaridad.
En fin que ya sabéis que nos engañan y, en muchos casos, podemos llegar a ser "además de cornudos y apaleados", pero como "sarna con gusta no pica", podemos seguir votando a los de siempre, a los estafadores de toda la vida, los del "tocomocho" o la "estampita" a los nuevos estafadores que ya usan  las nuevas tecnologías actuales, más sofisticadas, como las tertulias televisivas.
Pero también podemos votar a otra gente. Yo tengo el voto a la alcaldía comprometido con mi amigo Toni, pero hoy he visto un cartel que me ha motivado, el del Partido Libertario. En realidad no tiene nada de libertario, en el  sentido anarquista, y lo tiene todo de liberal, pero promete sólo tres cosas: mejor gestión, menos impuestos y más libertad. Ninguna de las tres es excesivamente difícil de conseguir con un poco de cabeza. ¡Ánimo muchachos!
En España nos estafan hasta en el ámbito territorial de las elecciones porque TODOS los partidos están haciendo campaña de cara a las generales: que si el AVE, que si el PIB, que si el paro nacional; que si la prima de riesgo; que si Bárcenas, que si los ERE; que si modificamos o derribamos definitivamente la Constitución y la Transición que nos trajo uno de los periodos más pacíficos de la historia de España, a pesar de vascos y catalanes;... Pero nadie enfoca la campaña hacia los problemas que tocan: sobran más de la mitad de los parlamentarios autonómicos; no es de recibo que haya más de ocho mil municipios en España, alguno con menos de 50 habitantes, simplemente porque no es rentable; hay que armonizar  a nivel nacional el tema sanitario y educacional; hay que evitar dupli/triplicidades en la gestión suprimiendo cabildos, consells y diputaciones, hay que liquidar altos cargos y asesores y hay que mejorar la gestión; las calles deben estar limpias y ser seguras; hay que mejorar el transporte urbano porque la ciudad pertenece a los ciudadanos, no a los automovilistas; no todas las capitales pueden  tener aeropuerto, ni superautopistas, ni AVE, pero en este reino de taifas en que se ha convertido el estado de las autonomías nadie se siente responsable de nada, menos aún de los chanchullos que cada día asoman. Que rueden cabezas y que se consiga, por ejemplo, que un billete de avión de Mallorca a Madrid cueste lo mismo que el de tren desde Orense. Vamos a dedicarnos ahora a los municipios y comunidades, que es lo que toca.
Tiempo queda para retomar el tema de las elecciones generales de aquí a final de año. Aunque no sabemos si votaremos todos porque los catalanes tienen previsto su marcha para el mes de septiembre. Ya veremos, dijo un ciego.
En un próximo blog hablaremos de las generales y de la Constitución: ¿reforma o renovación total?
Termino con un referencia fílmica que, como sabéis, me gustan mucho. Y es que el cine está plagado de buenas películas sobre timos y estafas, no necesariamente relacionadas con la política. Os recomiendo: "Los falsificadores", película austro alemana ambientada en la II Guerra mundial que ganó un Oscar en 2007; "Los Timadores", de 1990 con mi admirada y deseada Anjelica Houston; "Atrápame si puedes", de 2002, con Di Caprio y Tom Hanks y, sobre todo, una de las mejores películas que yo he visto en mi vida: "El Golpe", de 1973, es decir de cuando Franco, con Paul Newman y Robert Redford.


SALUDOS