YO, DE MAYOR, QUIERO SER ...

De niños todos hemos manifestado nuestras ideas de lo que queremos ser cuando seamos mayores. Esas ideas, esperanzas y anhelos se pueden seguir manteniendo en la adolescencia e, incluso, en la juventud, pero el tiempo pasa tan rápido que, sin darnos cuenta, llega un momento en que ya no podemos seguir diciendo lo que queremos ser de mayores por el simple hecho de que ya somos mayores. Y somos lo que somos, en la mayoría de los casos algo muy alejado de lo que decíamos que queríamos ser y por eso (y por otras cosas), cuando detectamos que estamos entrando en la fase en que empezamos a ser considerados mayores a los ojos de los demás (y a los nuestros), surgen problemas de crisis que suelen asociarse al cambio de década en cuanto a cumpleaños se refiere.
 Son muy comentadas las crisis de los 40 y la de los 50 porque, aunque pueda considerarse una tontería, con la edad pasa como con los precios, que igual que no es lo mismo un artículo a 19'99 que a 20, no es lo mismo tener 39 años que 40 o 49 que 50. No he oído hablar de la crisis de los 60 porque entiendo que a esa edad ya estás curado de espanto y ya ni haces caso a las crisis, igual que no haces caso a los políticos y comienzas a pasar de los médicos.

Al general incumplimiento de las expectativas de qué quieres ser de mayor hay, como en todo, excepciones. Estas excepciones, que podríamos resumir en tres tipos, mitigan mucho el peligro de caer en las crisis que antes he mencionado, pero no del todo. Una es haber hecho realidad el sueño que tuviste de niño y mantuviste a lo largo de toda la vida. Otra es haber acabado siendo algo que, ni por asomo, habías pensado que llegarías a ser y estar completamente satisfecho con ello. La tercera excepción no es más que una variante de la regla general: no haber logrado ser nada de lo que te has planteado durante la infancia, adolescencia y juventud y que, por múltiples razones, te la traiga floja.

En 2014, la Fundación Adecco, de la empresa de trabajo temporal del mismo nombre, entrevistó a 1.900 niños de entre 4 y 16 años preguntándoles, precisamente, qué querían ser de mayores. Las elecciones fueron diferentes en función de la edad, como es de suponer, pero aún lo fueron más por sexo, como también es de suponer. Porque, digan lo que digan los iluminados de la igualdad, hombres y mujeres no podremos ser NUNCA iguales porque fisiológicamente, mentalmente, conductualmente, emocionalmente,..., nacimos, somos y seremos siempre distintos. Bueno, como en todo, siempre hay excepciones que se ubican entre los manifestantes del día del orgullo gay.
Un resumen de la encuesta sería el siguiente:

La profesión más deseada entre los niños sigue siendo la de futbolista (algo más del 20%, aunque ha bajado más de 6 puntos con respecto a la encuesta anterior). Le siguen policía (10,5%) y a más distancia, de un 5,5 % hacia abajo, ingeniero, profesor y médico.
Las niñas se inclinan por ser profesoras (casi un 25%), médico (10%), veterinaria (9%) y ya con menos de un 5% cantante y peluquera.
Un dato curiosísimo es que la gran mayoría (más del 90%) no quiere desempeñar la profesión de sus padres y de la minoría que sí quiere, la mayoría elige la profesión del padre sobre la de la madre. ¿La mujer, como siempre, realizando tareas más feas y/o peor remuneradas?
Podemos comentar estos datos, pero antes voy a hablar de otras cosas que siempre me han llamado la atención aunque no tienen mucho que ver con el tema.

En el pueblo castellano en que pasé 10 años de infancia y adolescencia había un chaval con cierto grado de disminución psíquica al que llamábamos Ramón no porque ese fuera su nombre, sino porque era hijo de la Ramona y así era más fácil (cosas de los pueblos). No obstante su notoria discapacidad, venía a clase con todos los demás porque hace 45 años no había ni educación especial, ni dedicación preferente o individualizada, ni diversificación, ni profesores de apoyo, y menos en una escuela rural. Por no haber, no se había inventado ni siquiera el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad) que ahora está tan de moda y que, según dicen, padece al menos un 5% de la población escolar española (aquí también es curiosa la diferencia por sexo: los niños son 4 veces más propensos a padecerlo que las niñas).
Bueno, seguramente si existía pero como era desconocido se curaba a base de collejas, palmetazos, reglazos, azotes o, incluso, algún golpe de correa propinados indistintamente por el maestro o los padres, sistemas en muchos casos más eficaces que las actuales terapias y tratamientos medicinales.
La localidad en la que vivía debía tener el récord de lo que se entiende, en denominación políticamente incorrecta, por "tontos del pueblo" pues, además de "Ramón", estaban como más destacados "Santiago el Rayo", "Polico" y "el Chaval" y todos ellos compartían sus fijaciones por el sexo contrario.

Hablo de "Ramón" porque fui con él a la escuela y porque siempre que podía dejaba bien claro lo que quería ser de mayor. Le preguntase quien le preguntase (compañeros, maestros, gente del pueblo,...) siempre dijo que quería ser "practicante, para verle el culo a las mujeres". No sé como acabó pero seguro que, si vive, ya no se acuerda de aquello porque estará harto de ver culos en todas partes. En aquella época y además en pueblos, se desconocía la existencia de la ginecología y yo se que a "Ramón" le hubiera gustado más esta carrera que la de practicante. Los otros tres no manifestaban qué querían ser, pero tenían, como he dicho, una fijación obsesiva sin llegar a ser peligrosa, con las mujeres, especialmente el Chaval y el Rayo con una de mis hermanas que tenía, junto a su amiga Asun (La Chibola), alterados con su belleza, juventud y modo de vestir llamativo a casi todos los habitantes del pueblo.
Es curiosa esta fijación, hasta el punto que yo, que como sabéis soy un gran admirador de las mujeres, he pensado muchas veces si no podría llegar a ser considerado un tonto del pueblo más.
Lo importante de esta historia digresiva que os he contado es que hasta los débiles mentales, como "Ramón", han soñado de pequeños con ser algo de mayores.
Una de mis primas, a la que quiero mucho, decía que de mayor quería ser monja o casarse conmigo y ninguna de las dos cosas pudo ser, pero hoy vive feliz, creo, con lo que es y a pesar de las circunstancias que la envuelven. ¡Un besote prima!
Hubo una época en que se estiló mucho querer ser astronauta, sobre todo desde que el 20 de julio de 1969 el Apolo XI (tripulado por Armstrong, Aldrin y Collins), alunizara en nuestro planeta, pero en cuanto la gente se dio cuenta que para volar más allá de la atmósfera el principal requisito era ser estadounidense la afición cayó mucho.
 Bueno, también se podía ser ruso (o mono o perro, como Laika, primer animal en orbitar la tierra) para viajar fuera de nuestro planeta pero en aquella época los rusos, rojos, comunistas, bolcheviques tenían muy mala prensa en España así que a casi nadie se le ocurría querer ser ruso no sea que la Brigada Político Social de la secreta se enterara y acabaras en Carabanchel o la Modelo.
Lo de ser futbolista, en los chicos, es de toda la vida aunque a mí se me quitó pronto esa idea al ver lo catetos que eran cuando los entrevistaban. En ese aspecto no han cambiado mucho y quizá por ese motivo se ve una desafección en esa preferencia. Está bien ser futbolista y cobrar mucho por hacer lo que te gusta (jugar en lugar de trabajar), pero si profundizamos en la psique de los dos mercenarios del fútbol más famosos de la actualidad, Ronaldo y Messi, se te quitan las ganas de ser tan gilipollas como ellos. Yo creo que cuando los niños piensan en ser futbolista se deberían fijar más en excelentes jugadores "normales" como Iniesta, Koke, Silva, incluso en Casillas (a pesar de su mujer) porque si se fijan en Piqué, Ramos, Neymar, Alves, Pepe y similares, volverán a caer en el pozo de la gilipollez o del catetismo.
Los chicos también quieren ser policías. Algunas chicas, como mi hija, también. Este fue mi gran sueño de pequeño y mi gran pesadilla de grande. La realidad no se parece en nada a las películas y series, ni siquiera a CSI. La sangre mancha, los muertos huelen, las balas matan de verdad y no todos los días, ni todas las semanas, ni todos los meses, ni todos los años, tienes la ocasión de perseguir, a pie o en coche, golpear y mucho menos disparar a alguien. Pero es una profesión bonita, muchas veces a pesar de los propios compañeros.
Me extraña que tras policía no salga bombero, pues es un sueño recurrente en muchos niños, pero deben haberse dado cuenta de que se requiere un estado físico impecable que se ha de mantener durante toda la vida laboral y eso cuesta muchísimo, en esfuerzo y en dinero.
Ingeniero, profesor y médico son ocupaciones que están bien, para mí mejor que futbolista porque con cualquiera de ellas puedes aportar grandes cosas a la sociedad, al igual que los policías y los bomberos. Peón en cualquiera de sus facetas, camarero, mecánico, fontanero,..., no aparecen entre los principales deseos de los niños y, sin embargo, van a ser la mayoría de ocupaciones que van a desempeñar en su vida, sobre todo si abandonan sus estudios pronto como ocurre en España, que posee una de las tasas más elevadas de fracaso escolar de la OCDE.
Tampoco aparece la opción de ser político a pesar de que los cálculos más bajos estiman que en España hay al menos 160.000 personas dedicadas a hacer política, lo que viene a representar aproximadamente un 1% del total de ocupados. Hay algunas fuentes que estiman que el número de políticos supera los 450.000 y otras, mucho más documentadas, que hacen "una estimación prudente" y  establecen el número de políticos en 300.000. Podéis ver más en:
 http://www.eldiario.es/piedrasdepapel/politicos-Espana_6_137596242.html

Muchísimos políticos más, en cualquier caso, de los que el país necesita y de los que manifiestan los niños en sus deseos y anhelos. Más que miembros de los dos Cuerpos de seguridad nacionales juntos, más que militares en el ejército, más que en el total de Justicia,... Y total ¿para qué?, si no solucionan nada. Yo estoy convencido de que mantenemos tantos políticos para no incrementar las cifras de parados, porque la gran mayoría de ellos no saben hacer la O con un canuto.
Entre las preferencias masculinas tampoco veo la de actor y eso que en España hay actores para dar y tomar. Puede tener su explicación en que dentro del rol de futbolista va incluido el de actor. Basta ver el teatro que hacen en cada partido cuando se tiran al suelo sin que les hayan ni rozado y berrean como si estuvieran perdiendo la vida para, quince segundos después, seguir corriendo al árbitro haciendo mímica para que le enseñe tarjeta a quien ni les ha tocado. O cuando después de partir la pierna por tres sitios al contrario vuelven a la mímica para decir que han tocado balón.
Mi hijo, hace ya tiempo, me dijo que le gustaría ser futbolista y actor y no sé si se refería a ser las dos cosas por separado o a lo que me acabo de referir. Como a pesar de sus tatuajes y piercings es buen chaval creo que distinguía ambas cosas. En cualquier caso, mucho tiene que cambiar el mundo para que acabe siendo algo de eso.
Las chicas quieren, mayoritariamente, ser maestras o profesoras. A las mujeres siempre les ha gustado enseñar y podéis pensar mal que también acertaréis. También podéis llamarme machista pero sólo os remito a cualquier gala de famoseo donde los hombres van tapados con su esmoquin o frac y ellas van con casi toda la carne al aire. Muchas de ellas, habréis visto fotos, incluso sin bragas.
Es una tarea bonita la de enseñar (conocimientos) a los niños y jóvenes. Bonita, delicada, muy vocacional a la par que dura, no suficientemente considerada y mal retribuida, pero, a pesar de ello, gratificante para quien lo hace de gusto.
También quieren ser médicos (o médicas) y veterinarias, lo que demuestra que se preocupan más por las otras personas y/o animales (y no me refiero a los políticos) que los varones. Estas tres profesiones de dedicación a los demás suman un 45 % de los deseos de las niñas demostrando que, como decía Sabina en su canción "las niñas ya no quieren ser princesas", aunque no desdeñan llegar a ser cantantes y, lo que es más preocupante, peluqueras.
Harto difícil lo tienen las chicas en el mercado laboral español. Incluso en el de allende nuestras fronteras, porque yo veo, mayoritariamente, cajeras de supermercado, dependientas, limpiadoras, camareras y, eso sí, parafraseando de nuevo a Sabina "mucha, mucha peluquera ...". Por cierto, este cantante me gusta por sus temas, los encuentro geniales pero él como persona me cae como una patada en los ....
El tipo de cantante que quieren ser la niñas supongo que no es del estilo Janis Joplin, Amy Winehouse o Whitney Houston, sino de las que pasan de drogas y malos rollos pero, cuidado, en este terreno se sabe cómo se empieza pero no se sabe como se acaba. En el camino siempre te encontraras productores follarines y muchas rayas.


Con tres peluqueras he salido, o tonteado, yo. Su capacidad de conversación era mínima. Me refiero a una conversación que no se redujera a lo que decían Hola, Lecturas o Diez Minutos o a otros cotilleos de famosillos y televisivos, pero tenían sus virtudes. Una de ellas era que quedaban extasiadas por mis conocimientos más allá del papel couché y la telebasura, aunque la principal virtud era que me cortaban el pelo gratis y eso siempre hay que mirarlo. Ahora estoy leyendo un libro que me regaló mi cuñada (maestra por cierto) titulado "La piedra lunar" del británico Wilkie Collins (autor del siglo XI)) en el que una persona valora y decide casarse con la mujer que le lleva la casa porque así le seguirá haciendo lo mismo, incluso más, y gratis y además podrá refocilarse con ella y la cama no estará tan fría en los largos inviernos de la campiña inglesa donde se desarrolla la acción. A eso se le llama ser práctico.
Ese pragmatismo me llevó a tener un rollete en Bilbao (hace muchos años) con una peluquera a la que visitaba en las horas de cierre al mediodía y me solía hacer "un completo", incluyendo corte y, a veces, mechas. Ella vivía en el barrio bilbaíno de Bolueta y mis compañeros de trabajo, sobre todo Chema, se dedicaron a llamarme "el tigre de Bolueta" supongo que por mi fiereza, por mi pelo y por comparación con la película "El tigre de Chamberí" del inconmensurable José Luis Ozores.
Ahora, cuando voy a la peluquería habitual, donde sólo atienden mujeres, sólo un día he podido mantener conversación normal con una de ellas y porque nuestros hijos varones coincidían en edad y circunstancias.

Ser peluquera está bien, no digo yo que no, pero soñar con eso de niña me parece una pasada casi equiparable a querer ser cajera en el Eroski dónde, según parece por lo que veo en mi barrio, las que miden más de 1'60 no son aceptadas.

Y ahora vamos a ver lo que yo quería ser de pequeño.
Una de mis primeras ideas era ser pintor de carreteras. La mayoría de las carreteras comarcales y locales (yo viví en pueblos hasta los 16 años) eran de macadán (pavimento de piedra machacada que una vez tendida se comprime con el rodillo, según la RAE. Es una palabra que deriva del nombre de su inventor, Mac Adam, un ingeniero escocés de los siglos XVIII-XIX) por lo que, a pesar de la compactación a que era sometida, pronto aparecían baches y se desprendían piedras de diversos tamaños que dificultaban la conducción. Yo había observado que las carreteras negras, es decir, las que habían sido sometidas a un tratamiento asfáltico era mucho más cómodas para transitar y pensaba que eso se arreglaba dando una mano de pintura negra al macadán. ¡Inocente!.
Quise ser explorador y aventurero. Me metía en todas las cuevas grandes (me dan un poco de claustrofobia) y saltaba vallas, me subía a todos los árboles y paredes que encontraba en busca de algo nuevo, pero sólo encontraba la gran llanura manchega, pelada de árboles y con algún cerro de vez en cuando. Mi afición a subir a los árboles me costó más de un disgusto en forma de pantalón roto, pero el que más recuerdo es el castigo que me impuso el maestro, don Daniel, al encontrarme encaramado a un árbol a la puerta de la escuela: escribir mil veces "no me subiré a los árboles como los monos".
Me apasionaban los trenes, los antiguos, y el oficio de fogonero me resultaba atractivo porque se podía realizar tiznado hasta las orejas. Además, parecía calentito, aunque luego descubrí que mejor era ser maquinista y que el fogonero, el que daba el callo, fuera otro.
Quise ser como Bahamontes  y me impresionó mucho ver en blanco y negro a un señor mallorquín, Guillermo Timoner, coronarse varias veces campeón mundial de ciclismo tras moto.
Quise ser futbolista y aún guardo los cromos de la época, cuando el Pontevedra estaba en primera división (ahora está en tercera). Las ganas se me quitaron pronto cuando vi una entrevista por la tele a un jugador del Sporting (no recuerdo su nombre) y me di cuenta que cualquier simio se habría explicado mejor que él. En mi mente infantil asocié ser futbolista con ser un garrulo y ya jamás quise volver a serlo.
Salvo lo de maquinista de tren, que aún lo llevo dentro, lo demás fueron cosas pasajeras, salvo una.
 Como en mis afanes aventureros y exploradores no llegaba a nada decidí volcarme en la investigación policial. Era la época de series televisivas como El Santo, Misión imposible, El agente de CIPOL, Los Vengadores, Los Intocables,..., y en la primera ocasión que tuve pedí a los reyes (para mí todavía existían a pesar de los ímprobos esfuerzos que hacían mis amigos por convencerme de que eran los padres) un equipo completo de agente del FBI. Y me llegó. Con su placa, sus esposas (grilletes en términos técnicos), su linterna, una libreta y un lápiz para tomar notas y una pistola que podías cargar con una cinta de petardillos y que hacía un ruido acojonante. Lo que no venía era el carnet y le pedí a mi hermana mayor que me hiciera uno. Es el que os adjunto en la fotografía de al lado.
Junto a mi primo, al que nombre ayudante, seguíamos a mi madre por toda la casa mientras barría, fregaba, guisaba,..., y tomábamos notas de todos sus movimientos. Ella, claro está, acabo hasta las narices y creo recordar que durante una época me secuestró  mis "herramientas de trabajo".
He de destacar que durante esa época desvelamos el misterio de un presunto fantasma que aparecía en la casa del pueblo donde vivíamos. Lo habíamos bautizado como Belfegor, porque en aquella época estaba de moda la serie de "El fantasma de El Louvre" y resultó ser el hijo de la dueña de la casa que entraba por un corral trasero a trasegar con sus cosas. Nada del otro mundo, pero por algo se empieza.
En el colegio me gustaba mucho entretener a mis compañeros con historias y otras artes graciosas. Como yo no sabía entonces que pudiera existir una profesión de monologuista era un pasatiempo más aunque tampoco me hubiera importado dedicarme al humorismo o similar. El hijo de "Locomotoro" de los "Chiripitiflaúticos" venía conmigo a clase y no me hubiera disgustado trabajar con el capitán Tan, Valentina y los demás. Ya con veintipocos años me compré un pantalón de peto, muy criticado por mis compañeros porque en realidad lo envidiaban y entre eso, mi delgadez y que llevaba unas gafas redonditas, algunos llegaron a identificarme con el Tío Aquiles de dicho programa.
Cuando empecé COU quería hacer Físicas pero a los dos meses quería hacer de todo menos eso. Acabé Turismo mientras trabajaba aquí y allá y, de paso, jugaba a los médicos con la hija de mi jefe en el trabajo más estable que tuve.
Y de repente se me iluminó la luz de nuevo y quise ser del "FBI", pensando que significaba lo que pone en algunas camisetas de las playas españolas inundadas de guiris borrachos e impresentables:"Female Body Inspector", es decir, Inspector de Cuerpos Femeninos. Cuando me enteré de que no era eso ya estaba dentro.
He sido lo que quería ser aunque a veces, muchas más de las necesarias, he abjurado de mi profesión, pero aún así no la cambiaría por nada. Sobre todo ahora que no la ejerzo.
Ahora que soy relativamente mayor como para cambiar drásticamente el rumbo de mi vida puedo considerarme un privilegiado porque he llegado a ser lo que de pequeño quería ser: yo mismo. Estoy satisfecho conmigo y con mi vida y eso me aporta tranquilidad y seguridad. A veces me planteo eso que dicen en la revista Pronto:"¿que hubiera sido de mi vida si...?", pero es más que nada por especular y montarme alguna película. No envidio a nadie ni siquiera a esos listillos que dicen que de mayor querrían ser jóvenes. Es incompatible y la edad hay que saber apreciarla.
La política siempre me ha atraído pero desde que supe que, en España, PP y PSOE se atribuyen ser el partido más viejo del mapa político mundial diciendo que en época de Alí Babá ya tenían cuarenta afiliados, he procurado huir de ella y mirarla desde la barrera.
 Ha sido muy fácil. Casi tan fácil como ejercer la política que se hace hoy en España, si es que puede llamársele así. De hecho Rajoy, que podía ser envidiado por su status político, es un fantasma (como Belfegor pero dando menos miedo) que se ha vuelto, además muy previsible. Como dice Jimenez Losantos: "Mariano Rajoy ha hecho justo lo que esperábamos de él los que no esperábamos nada". La renovación en el PP ha consistido en mantener contra viento y marea a Javier Arenas, en política desde 1978, como él mismo. Que razón tiene Federico al decir que Rajoy morirá con todas sus ideas (si las tiene) por estrenar.

SALUDOS.